Los límites de la meteorología económica
La implantación del seguro de crédito en Europa para proteger a las empresas de los impagos coincidió con los primeros frutos científicos por concebir una ecuación matemática capaz de predecir la evolución del tiempo. Ochenta años después, tanto nuestros analistas como los meteorólogos han mejorado la eficacia de los modelos predictivos con los que tratan de prever el comportamiento de sistemas muy complejos, como el clima o la economía, al máximo nivel de detalle. Unos anticipan el tiempo que hará en una ciudad, otros el comportamiento en pagos de cada una de las empresas que conforman el tejido empresarial.
La capacidad del seguro de crédito para detectar agravaciones objetivas del riesgo comienza por los efectos de red: cada empresa asegurada funciona como una pequeña estación meteorológica que aporta datos en tiempo real acerca del comportamiento en pagos de su cartera de clientes. En el núcleo central, toda esa información alimenta un sistema, concebido como una especie de mecano en constante crecimiento, que hoy por hoy tiene en cuenta cerca de 400 variables distribuidas en siete módulos para vigilar la evolución de los riesgos de impago que la aseguradora percibe en cada empresa.
En septiembre de 2007, a través de estos mecanismos, detectamos un brusco incremento de la morosidad comercial que quedó reflejado en el índice Crédito y Caución de incumplimiento, con el que trasladamos desde hace años nuestra visión de los niveles de impago en las operaciones comerciales españolas: del dato de agosto, que reflejaba un incremento interanual acumulado a lo largo de todo 2007 contenido en el 3,2%, se pasó en sólo un mes al 9,3%. Era la confirmación de un cambio de ciclo que todos los modelos habían anticipado.
La componente imprevista fue la intensidad de ese cambio. Donde se esperaba un ajuste ordenado y hasta deseable, una conjunción de factores ha conformado una tormenta perfecta mucho más severa y abrupta: en un año los niveles de morosidad del tejido empresarial se han duplicado y en algunos sectores que han entrado en una profunda reestructuración, como la construcción y sus anexos, se están triplicando y no muestran síntomas de estabilizarse.
En este complejo entorno, cuyas dificultades podrían prolongarse hasta 2010, el seguro de crédito está cumpliendo la función social para la que fue creado hace 80 años. El primer efecto es asumir el impacto de esa primera oleada de impagos, que permitirá que miles de empresas indemnizadas, cuyos riesgos estaban cubiertos, continúen haciendo negocios.
Este impacto está provocando ya un desajuste de la siniestralidad, para la que el sector se ha preparado durante los años de bonanza del ciclo, reforzando significativamente su solvencia y capacidad de encaje a través de reservas como la de estabilización.
En paralelo, los tipos de prima se están incrementando en línea con los riesgos de impago que plantea el nuevo entorno. Por otro lado, se está produciendo una selección de riesgos. Crédito y Caución mantiene sus coberturas en todos los sectores económicos, pero la intensa contracción de la actividad y reconversión forzosa por la que pasan algunos está afectando ya a muchas de las firmas activas que los componen. Se trata de un problema complejo, propiciado por causas exógenas, como la brusca disminución de la oferta financiera a nivel mundial, y endógenas, como el modelo de crecimiento y la estructura patrimonial de algunas empresas, que no puede resolver el seguro de crédito, pero sí cuantificar y estratificar al máximo nivel de detalle.
Este nuevo entorno de negocio no es una buena noticia para nadie, tampoco para las aseguradoras de crédito, cuyos ingresos guardan una relación directa con la concesión de riesgos. En esta travesía del desierto, las empresas españolas no sólo deben revisar sus estructuras de costes, sino reforzar especialmente sus sistemas de control de gastos, selección de riesgos y recobro especializado. Mientras tanto, la vocación del seguro de crédito, concentrado ya en grandes operadores capaces de preservar los efectos de red en un mundo global, seguirá siendo la mejora de su capacidad de diagnóstico, de meteorología económica, para detectar las miles de oportunidades de crecimiento rentable que ofrecen cada día los mercados a las empresas españolas.
David Capdevila. Director general de Crédito y Caución