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Hacia un nuevo orden financiero
Tribuna
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Con sus luces y sus sombras

Me pide CincoDías una valoración de urgencia del resultado de la cumbre del G-2 de este fin de semana. Con información de los medios de comunicación me vienen a la cabeza las siguientes reflexiones.

La primera es el carácter histórico de esta cumbre. Es la primera vez que los países que representan el 90% del Producto Interior Bruto mundial se sientan para tomar decisiones concretas (todas las que se pueden tomar en una mañana) y así deben interpretarlo inversores y mercados en general: la voluntad inequívoca de afrontar la crisis económica y financiera mundial con una actuación concertada.

La segunda es que la cumbre ha versado sobre las dos vertientes de la crisis: la de la economía real y la financiera. En la economía real, se necesita una acción global, en algunos casos curativa y en otros preventiva y la respuesta del sábado ha sido acordar una estimulación conjunta de la economía mundial mediante políticas keynesianas y a corto plazo.

En la economía financiera parece que hay luces y sombras en el resultado de la cumbre: luces porque hay un compromiso claro de aumentar la supervisión del control. Sobre el sistema financiero y su operativa, con ciertos visos de unificar estándares contables internacionales. Piénsese que hoy la contabilidad, y por tanto el valor de un banco, no representa lo mismo en Estados Unidos que en Europa. Igualmente, me parece bien la regulación de los CDS (crédit default swaps) que pueden amplificar los deterioros de ciertos activos y por tanto del balance de sus tenedores o la limitación en los mercados de derivados, auténticos amplificadores en mercados bajistas.

Muy positiva es la toma de consciencia del carácter transnacional de las actividades financieras y por tanto de la automática 'exportabilidad' de los riesgos que se plasman en la creación de un 'colegio de supervisores' para las principales empresas financieras internacionales. Puede ser el embrión de un gran supervisor mundial. Y todo esto para el 31 de marzo de 2009, es decir a muy corto plazo.

Pero también hay sombras: se deja claro que la responsabilidad de la regulación seguirá siendo de cada país y también la supervisión. Un cosa es un órgano 'supra supervisor' como el anunciado y otra es que se sustituya la supervisión de cada país por un órgano global encargado directamente de la vigilancia. Es evidente la dificultad de crear una institución mundial encargada de la supervisión financiera a nivel internacional pero sería fundamental crear desde ya órganos técnicos comunes permanentes entre supervisores encargados de la vigilancia de las entidades financieras de cada país de forma que la información fluya continuamente entre las autoridades. Por lo menos Europa debería acelerar las reformas de unificación de las autoridades de los mercados financieros que hoy en día ni siquiera competen a las mismas según el país. También echo en falta un encumbramiento del FMI al papel de garante final de la liquidez mundial en coordinación plena con los bancos centrales de las grandes zonas.

La tercera, y a modo de conclusión, es que hemos pasado de una arquitectura financiera mundial absolutamente heterogénea donde cada país guardaba celosamente su control sobre su propio sistema financiero a la toma de consciencia de unificar criterios e incluso crear órganos de control mundial.

Esperemos que no se quede en declaraciones de buena voluntad y que se pongan los medios económicos necesarios para dotar de personal cualificado estos proyectos, tanto de regulación como de supervisión conjunta; sin estos medios, las propuestas se quedarían en humo.

Hasta el 31 de marzo.

Carlos Orduña. Presidente de la Comisión de Economistas Asesores Financieros del Consejo General de Economistas

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