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Lealtad, 1
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

A largo plazo quizá no sea tan rentable

El crac de 2008 está rompiendo axiomas económicos con la misma facilidad con la que los bancos caen en los brazos del erario público. Que la Bolsa siempre es rentable a largo plazo es un axioma construido durante los años 90 pero que tiene cada vez más dificultades para ser contrastado con la realidad. En la última década, el Ibex sólo ha estado por debajo de los 8.000 puntos en el mes y medio posterior al atentado del 11-S y entre el otoño de 2002 y el otoño de 2003. Sólo quien compró en ese breve plazo, dentro de un horizonte de 10 años, estaba este lunes en plusvalía.

Son cuentas hechas con la ventaja de que la Bolsa lleva una caída en el mes del 20% a pesar de haber repuntado un 10%, punto arriba punto abajo, en las dos últimas sesiones y estar así bastante más cerca del 9.000 que del 8.000. Pero precisamente ahí está el matiz. Para sentarse sobre las acciones, como se solía decir, es necesario o tener un estómago a prueba de bombas o un olfato de lince en la selección de valores. Comprar y esperar sirve de poco cuando en los últimos ocho años el mercado ha sufrido dos oleadas bajistas que se han llevado, cada una de ellas, el 50% del Ibex. Eso, teniendo en cuenta que los índices de capitalización suelen estar sesgados al alza. Sería interesante el cálculo de un Ibex 2000-2008 con Telepizza, Service Point o Terra en su composición.

Esto no significa que haya que olvidarse de la Bolsa; sólo se trata de cambiar el chip a la luz de que la violencia con la que el mercado puede arruinar una cartera. En los últimos meses se ha descontado el final del ciclo alcista de los tipos, una crisis crediticia, materias primas disparadas, la pujanza de determinados mercados emergentes, un colapso bancario a gran escala y una probable recesión mundial. Mucha tela que cortar para sentarse sobre las acciones. Si no se sabe vender ni se va a estar al tanto de acontecimientos cada día más veloces, es mejor olvidarse.

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