Un matrimonio de conveniencia
Los gobernadores de Michigan, Delaware, Kentucky, Nueva York, Ohio y Dakota del Sur han escrito una carta al secretario del Tesoro, Henry Paulson, y al presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, pidiéndoles liquidez para la industria del automóvil. La situación de este sector es muy complicada, y los responsables de estos gobiernos advierten de que otras industrias y los empleos de millones de ciudadanos pueden estar en riesgo si Washington no presta una ayuda que ya se ha dado al sector financiero. La petición de los gobernadores llega cuando General Motors y Chrysler llevan días a las puertas de la capital pidiendo no una bendición, sino una dote que posibilite su matrimonio.
General Motors y la empresa de capital riesgo Cerberus -dueña de Chrysler- llevan semanas negociando una unión que cuando se conoció dejó muchas bocas abiertas. Las dos empresas llegan en muy mala forma a una de las más complicadas coyunturas económicas en décadas. Entre las dos suman 11 marcas y 10.000 concesionarios. GM acumula en el primer semestre unas pérdidas de 18.800 millones de dólares (13.916 millones de euros) y está quemando mensualmente mil millones de dólares mientras sus ventas no dejan de caer. GM y Ford han pedido a la Fed que les compre pagarés, pero sus problemas apenas se pueden tapar con esta deuda de corto plazo.
Chrysler tuvo un Ebitda positivo (unos 1.100 millones de dólares, 850,7 millones de euros) pero que también está acabando con un cash flow que suma ahora 11.000 millones de dólares (8.512 millones de euros).
Esta caja que tiene Chrysler, y las posibles sinergias, además de la desaparición de un competidor, es el interés que ha llevado a estas dos compañías a sentarse alrededor de la misma mesa para planificar su futuro.
Y según decía el miércoles Reuters, lo han conseguido. Los detalles técnicos de la compra del fabricante del Jeep por parte de GM parece que ya están cerrados y se ha acordado que el consejero delegado de GM, Rick Wagoner, se mantenga al frente de la nueva empresa. Cerberus, la firma con la que ya comparten la financiera GMAC, estaría interesado en una participación de la nueva compañía, la mayor del mundo.
Pero GM y Chrysler no pueden mandar las invitaciones de la boda aún. No tienen dinero para ejecutar un compromiso que depende de que el Tío Sam (la hacienda americana) sea generoso. Lo que ambas compañías necesitan son 10.000 millones de dólares (7.740 millones de euros). La mitad puede venir de unos préstamos de 25.000 millones, que en principio estaban destinados a ayudar a Detroit a recomponer su cartera y ofrecer coches de bajo consumo y eléctricos. Wagoner pide más dinero pero de momento, nada se ha concedido.
Ahora, GMAC ha pedido a la Fed que le permita convertirse en holding y así poder optar a ser banca comercial (como hicieron Goldman Sachs y Morgan Stanley). Así, podrían solicitar las ayudas del Plan Paulson, o TARP, para la capitalización de la banca.
La cuestión desata muchas pasiones en EE UU, un país que sólo ahora se está acostumbrando a ver a su Gobierno lanzar salvavidas. Los detractores de estas ayudas son legión y advierten que lo mejor es que la industria de Detroit, que no ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos y la competencia, solicite la suspensión de pagos y se reestructure bajo supervisión judicial.
Eso daría lugar, indudablemente, a una ola de despidos que llegaría hasta la industria de los proveedores y otros. Una ola de dos millones de parados es lo que temen los gobernadores.
La fusión no presenta un paisaje mucho mejor. La unión podría zanjarse con el cierre de hasta 14 plantas de Chrysler en Norteamérica. Se calcula que las redundancias den lugar a unos 35.000 despidos entre los casi 200.000 empleados de ambas compañías en EE UU. De ellos, más de la mitad pertenecen al sindicato UAW. Solo los paquetes de indemnización para podrían sumar 2.300 millones (1.779 millones de euros) según el Center for Automotive Research. La UAW, de momento no ha bendecido una unión que será tormentosa y dura para la economía de las empresas y los estados que las alojan.