Las necesarias bajadas de tipos
La Reserva Federal de EE UU (Fed) aprobó ayer una nueva inyección a la economía en forma de recorte de los tipos de interés, que bajó medio punto, hasta el 1%. Antes de conocerse la medida, ya se habían disparado con fuerza las Bolsas asiáticas y las europeas, con el Ibex lanzado un 9,42% entre estas últimas. Y es que la daban por descontada. Así, se limitaron a emular a Wall Street, que subió la víspera un 11% preludiando la decisión de la Fed. El guión se cumplió. China y Noruega también bajaron tipos ayer, y todos los analistas anticipan una reacción en cadena de la mayoría de los bancos centrales. Está previsto que el BOJ japonés recorte sus tasas este viernes y, la próxima semana, hagan lo propio el BCE, probablemente también medio punto, hasta el 3,25%, y el Banco de Inglaterra.
La certeza de que las grandes economías entrarán en recesión, si no lo están ya, ejerce presión para que los bancos centrales relajen la política monetaria. Las bajadas de tipos son las pocas fórmulas que pueden animar a las empresas a invertir y a las familias a consumir. Algo imprescindible para que la economía vuelva a crecer. Además, la caída del precio del petróleo motivada por el parón de la actividad en todo el mundo permite anticipar nuevos descensos en la inflación. Por ese lado, los bancos centrales, y sobre todo el BCE, tienen margen para preocuparse más por el crecimiento que por los precios.
Los nuevos recortes de las tasas de interés, como continuación de la bajada coordinada de medio punto que los principales bancos centrales aprobaron el 8 de octubre, son una decisión plausible en la medida en que unos tipos más bajos contribuirán a aliviar también la escasez crediticia. El dinero más barato viene a sumarse a la decisión del BCE de aportar fondos ilimitados a un tipo fijo, el oficial, a todas las entidades que lo demanden. De hecho, sólo ayer repartió 103.000 millones de euros entre 223 entidades. Pero, como acertadamente ha señalado el presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, en estos momentos, y tras unas inyecciones en diversas formas por parte de los Gobiernos de cerca de dos billones de euros, los bancos no pueden seguir alegando problemas de liquidez.
Sin embargo, los mercados de crédito se están normalizando a un ritmo mucho más lento del que cabe desear. El euríbor ha conseguido bajar del 5%, pero sigue lejos del 3,75% del precio oficial del BCE. Y las quejas suben de tono. En definitiva, las medidas para sanear el sistema financiero se han puesto en marcha por la relevancia de éste para que la economía funcione. Es de esperar que, más pronto que tarde, empiece a fluir la liquidez, animada por los fondos públicos. Basta, sin embargo, revisar los crecientes datos sobre el aumento de la morosidad en el sistema para entender que se esté redoblando la prudencia.
Aun así, la saneada situación de la banca española, más que la de sus competidores, es garantía para no dudar de que se acelerará el ansiado tránsito crediticio hacia las empresas y las familias. En definitiva, su negocio consiste básicamente en tomar y dejar prestado, y las entidades son las primeras interesadas en que se normalice el flujo financiero, un deseo que va de la mano del restablecimiento de la confianza.