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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Pacto de rentas por el empleo

Se esperaba que la encuesta de población activa del tercer trimestre, conocida el viernes, arrojase malos datos, pero han sido desoladores. La economía española ya destruye empleo en términos interanuales, algo desconocido en los últimos 14 años: 164.300 en los últimos doce meses, de los que casi la mitad fueron en los tres últimos. En un año hay 800.000 nuevos parados y la tasa del desempleo sube hasta el 11,33%, casi un punto más que en el trimestre anterior, con un avance muy fuerte entre los hombres, que superan la cifra de desempleados de las mujeres por vez primera desde 1994, y sobre todo entre los que contaban con contrato indefinido. Del goteo coyuntural que supone prescindir de empleos temporales se ha pasado, pues, al ajuste de plantilla estructural.

El paro está empezando a mostrarse como un drama humano ya en un país que había coqueteado con el pleno empleo, y que había reducido el desempleo masculino hasta el 6%. Ahora hay 258.000 hogares más que hace un año en los que todos sus activos están parados y donde no entra salario alguno, con un avance acelerado del número de hogares en los que está en desempleo el cabeza de familia o persona de referencia. La crisis ha acelerado la destrucción de ocupación en todos los sectores, con la excepción de los servicios, que siguen absorbiendo personal. La industria no ha tenido fortaleza suficiente para encajar la pérdida de la construcción y la agricultura prosigue con su sangría lenta e imparable de contracción de la mano de obra ocupada, ya muy inferior al millón de personas para un mercado veinte veces superior.

Este es el panorama cuando la destrucción de empleo de esta etapa recesiva no ha hecho más que comenzar. La maduración del ciclo de la construcción residencial augura una nueva avalancha de parados en los próximos meses, y los recortes de actividad en todos los sectores manufectureros y de servicios no presentan mejor cara para el futuro. Por tanto, la tasa de paro del 11,33% actual será rebasada con creces en el próximo año. Así, Gobierno, empresarios y sindicatos, con la mirada colaboradora del resto de fuerzas económicas y políticas, deben ponerse manos a la obra para minimizar las pérdidas y hacer más llevadero el ajuste.

España ha perdido posiciones competitivas muy notables en el mundo y no dispone de las fórmulas tradicionales para recomponerla. Además, los efectos de la crisis financiera pueden cebarse más en una economía que tiene una de las mayores necesidades de financiación del planeta. Por tanto, debe optar, y debe hacerlo de inmediato con una convocatoria no propagandística del diálogo social, por uno de los caminos únicos para recomponer el escenario: ajustar por la vía de la cantidad (empleo) o del precio (rentas salariales y otros costes). Habrá actividades en las que el exceso de la oferta convierta en inevitables los recortes de producción y de empleo. Pero en otras, las más flexibles, hay que replantear flexibilidad en los costes, en el salario, con un pacto de rentas para preservar la mayor cantidad posible de puestos de trabajo. Y todo ello acompañado de sacrificios en los precios y márgenes empresariales para que, con reformas valientes de los mercados de bienes y servicios, se pueda ampliar el crecimiento potencial cuando ceda la tormenta financiera.

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