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Ocio

Berlín abre su Upper East Side comercial

El bulevar Unter den Linden de Berlín, la arteria histórica de la ciudad que desemboca en la emblemática Puerta de Brandeburgo, cuenta desde hoy con un nuevo y exclusivo complejo comercial, el Upper East Side, que aunará tiendas, oficinas y apartamentos de lujo en la misma manzana.

En la esquina con la céntrica Friedrichstrasse, que fuera la avenida comercial, teatral y musical de Berlín por excelencia hasta la subida al poder del nazismo en los años 30, se erige el complejo formado por cinco edificios, con una superficie de 10.000 metros cuadrados y 18.000 más para oficinas y viviendas.

Tres tiendas de ropa -entre ellas, Zara- y una perfumería abrirán hoy sus puertas, aunque se espera que la compañía telefónica O2, filial de Telefónica, y la marca automovilística Daimler se instalen en el complejo próximamente.

El proyecto ha supuesto una inversión de 200 millones de dólares (155 millones de euros) y dos años de obras. Su director, Hubert Garzorz, ha asegurado que el nombre busca evocar 'la calidad y exclusividad' del lujoso barrio de Manhattan. 'El Upper East Side de Berlín completa el centro de la ciudad. Con su extraordinaria arquitectura permite brillar con un nuevo fulgor la esquina entre la Friedrichstrasse y Unter den Linden', añadió.

La directora de Construcción del Gobierno regional de Berlín, Regula Lüscher, elogió el concepto multiusos adoptado por los artífices del complejo que, en su opinión, permite reconstruir de forma 'correcta' una 'esquina prominente' de la ciudad, que quedó destruida en la Segunda Guerra Mundial.

El responsable de Desarrollo Municipal del barrio de Mitte, Ephraim Gothe, opina que el complejo permite 'rellenar un hueco fundamental' y hasta ahora desocupado en la 'calle comercial del este por excelencia', que abarca desde el río, por el norte, hasta el barrio multicultural de Kreuzberg, por el sur.

Los cinco edificios, algunos de los cuales están todavía pendientes de ser terminados, han sido diseñados por varios arquitectos. 'Queríamos que cada uno tuviera su propia personalidad en un acto de equilibrio entre reconstruir la arquitectura histórica de Berlín y crear una arquitectura contemporánea y claramente estructurada', apuntó Garzorz.

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