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A fondo

La patronal de la Defensa, en crisis

La reciente decisión de Santa Bárbara Sistemas (SBS), filial del contratista militar estadounidense General Dynamics, de abandonar Afarmade a partir de 2009 ahonda la crisis por la que atraviesa la patronal de empresas de la Defensa desde hace más de un año y acelera la necesidad que tiene la asociación de repensar su futuro.

El año 2008 marcará un antes y un después para Afarmade. Creada en 1985 como plataforma de promoción de las empresas españolas relacionadas con la tecnología y fabricación de armas y material de defensa y seguridad, ha visto cómo en los últimos meses han optado por dejar la asociación compañías que son clave en el sector, como el consorcio aeroespacial EADS, la tecnológica Indra o la ya mencionada Santa Bárbara. Unas salidas que demuestran que el modelo que ha venido funcionando durante años está agotado.

Para las grandes empresas, la asociación ha perdido utilidad. Por un lado, por la propia composición de Afarmade, una asociación que cuenta con medio centenar de socios bastante heterogéneos entre sí. Hay desde grupos con una vocación claramente militar, como Navantia o Expal, hasta firmas con una actividad más tecnológica o industrial, como Sener o Avánzit. Conviven un pequeño grupo de firmas de gran tamaño (sólo un 10% facturan más de 100 millones de euros) que aportan casi el 85% de la cifra de negocio del sector, con una amplia mayoría de pequeñas y medianas sociedades (menos de 25 millones de facturación) que, sin embargo, sólo generan el 6% de la cifra de negocio total.

Esta realidad ha hecho muy difícil que la asociación funcione como un portavoz común en defensa de los intereses de todos sus socios. La dificultad para consensuar posiciones válidas para todos los miembros y defenderlas ante interlocutores externos ha llevado a los grandes grupos a preguntarse para qué necesitan una asociación de este tipo. Al fin y al cabo, los clientes del sector son muy reducidos (básicamente, ministerios de Defensa y del Interior) y las corporaciones de mayor tamaño no tienen problemas para negociar con ellos de tú a tú.

El desencanto de estas compañías se ha visto acentuado, además, por la estructura organizativa de Afarmade, donde la aportación financiera es proporcional a los recursos de cada empresa pero, sin embargo, todas cuentan por igual a la hora del voto. El malestar por este desequilibrio se agudizó hace un año, cuando las pequeñas y medianas empresas lograron colocar a Andrés Sendagorta, vicepresidente de Sener, al frente de la organización, en un puesto tradicionalmente ocupado por los grandes del sector.

Tras dejar la asociación, el futuro para EADS, Indra y Santa Bárbara queda abierto y podría pasar por la constitución de una patronal alternativa integrada por grupos empresariales con una cierta dimensión. Existe el precedente en otros sectores, como el de las telecomunicaciones, donde los operadores más representativos impulsaron Redtel pese a ya existir otras asociaciones como Aetic y Astel.

El reto de las empresas que se mantienen en Afarmade pasa por decidir cómo reorientan la organización si quieren que siga siendo un instrumento útil para el sector. Una de sus principales tareas es la de convencer a la Administración de que la asociación sigue siendo un interlocutor válido. La ministra Carme Chacón ya ha avanzado que su intención es impulsar el sector industrial de defensa a través de la Agencia Europea de Defensa. Una política que debe obligar a Afarmade a fomentar entre sus socios iniciativas que potencien alianzas internacionales y faciliten su especialización y entrada en nichos de mercado con alto contenido tecnológico.

La otra gran asignatura pendiente de la asociación es la transparencia. Un sector tradicionalmente oscurantista y que no goza del favor mayoritario de la opinión pública necesita abandonar la política del 'no hablamos con periodistas' e informar de sus actividades de forma inteligente y con datos actualizados. Máxime cuando la mayor parte de su negocio la hacen con dinero público.

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