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Reclusos con mucho oficio

La Caixa otorga 1.400 becas de formación profesional a presos de segundo y tercer ciclo de toda España.

Reclusos con mucho oficio
Reclusos con mucho oficioCinco Días

Ingrid Álvarez, venezolana, de 28 años, termina su jornada laboral a las 16.00 horas cuando transfiere la última llamada en MPIpsum, donde atiende la centralita. De ahí, hacia casa y luego a dormir a la prisión madrileña de Alcalá Meco donde lleva cinco años cumpliendo condena por tráfico de drogas. Allí conoció el programa de formación profesional por el que realizó un curso de teleoperadora en Icade y gracias al que obtuvo el régimen de semilibertad que desde septiembre le permite trabajar fuera del centro penitenciario.

La Fundación La Caixa sostiene desde hace tres años un programa de formación profesional dirigido a reclusos en segundo y tercer grado. En esta edición la entidad presidida por Isidro Fainé ha elevado el número de becas de 700 a 1.000. 'Pese a la crisis', como remarcó ayer el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, en la firma de la renovación del acuerdo con la caja. 'También ha incrementado la dotación de los 3,2 a 4,6 millones de euros', informó Fainé. A ese paquete hay que sumar las 400 becas con 2 millones de euros, en el programa en Cataluña, donde las competencias penitenciarias están transferidas. El número de beneficiarios asciende en total a 1.400 internos, en los que La Caixa invierte de media 4.600 euros.

Becada dos veces por La Caixa, Ingrid Álvarez alardea de contrato indefinido, de aprobar a la primera y de acceder a semilibertad a los tres meses de concluir el curso. Pero no es un caso excepcional entre los becarios de La Caixa que duermen bajo llave. El 28% de los más de 700 reclusos consiguió trabajo en el exterior al terminar el curso 2007-2008, el 98% aprobó sin problemas y la mayoría de éstos disfruta de semilibertad (tercer grado, condicional o finalización de condena), que permite trabajar fuera.

El 28% de los internos consigue trabajo tras realizar los cursos, lo que les brinda la oportunidad de pasar a régimen de semilibertad

La formación se desarrolla fuera del centro en horario laboral. Ese contacto con el exterior es un paso intermedio entre el régimen ordinario y el de semilibertad. 'La intención es dotarles de competencias profesionales en un ambiente similar al del mercado laboral que encontrarán cuando salgan a la calle', explicó Fainé. 'Ayudando así', matizó Rubalcaba, 'a cumplir con nuestra principal misión: reinsertar'.

Ingrid Álvarez atiende entusiasta la próxima convocatoria de cursos. Quiere completar el día formándose en alguna disciplina sanitaria y espera que su condición de dos veces becaria le ayude en una tercera ocasión.

La sanidad fue objeto de estudio del 3,1% de los 775 internos becados por La Caixa el pasado curso. El porcentaje engorda en el sector servicios. El 50% de las acciones de formación se enmarcaron dentro de este rubro, el 26% en construcción y el 22% en industria. La consultoría (0,3%) o la administración y gestión (0,3%) son los rubros con menos oferta. 'Nadie quiere que alguien con deudas con la Justicia maneje su negocio', dice Álvarez. El primer curso para el que la becó La Caixa se titulaba Gestión de la contabilidad. Nadie la contrató al terminar.

Antes de ingresar al programa, la joven venezolana no había recibido más formación que la secundaria. Como ella, más del 95% de los beneficiarios del programa carecía de antemano de una formación específica orientada al mercado de trabajo y cerca del 85% carecía de estudios o solo había cursado la enseñanza obligatoria -primaria (51%) o secundaria (29%)-. En tono evocador, el titular de Interior rememoró sus tiempos de ministro de Educación -'La mejor experiencia', dijo, 'de mi vida'- y abundó en el papel de rescate que ejerce La Caixa con estas iniciativas. 'Quienes carezcan de formación se verán por siempre marginados', remachó.

Más allá de rentabilizar la capacitación, el programa también sirve para que la institución penitenciaria valore cómo evoluciona el interno en su camino hacia la inserción social en función del desarrollo del programa. Actúa de barómetro. Al inicio de la formación, había 418 reclusos en segundo grado y 337 en tercer grado. La mayoría de esos 755 ya sólo va a la cárcel para dormir.

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