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Columna
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Al rescate de los bancos británicos

Walter Bagehot dijo que, en una crisis bancaria, las autoridades deben prestar libremente a tasas penalizadoras. En el actual caos bancario quiere decir que las autoridades de Reino Unido tienen la oportunidad de actualizar esta máxima del economista del siglo XIX. El nuevo lema debe ser: 'Provee capital libremente pero a tasas penalizadoras'.

La mayoría de los bancos de Reino Unido, en línea con los bancos en cualquier parte del mundo, están descapitalizados. No cumplen las reglas de adecuación de capital. Pero han tomado demasiados riesgos y tienen tan apalancados los balances que ya no confían el uno en el otro. El orden en el mundo financiero no puede ser restablecido hasta que la industria esté recapitalizada -con un colchón de capital tan grande que los rivales ya no se preocupen de que los bancos puedan hundirse-.

No sólo Reino Unido busca un chute para su paralizado sistema bancario. El lunes, Dinamarca estableció un buen precedente. Anunció un fondo de rescate de 35.000 millones de coronas danesas (6.500 millones de dólares) formado con aportaciones de los bancos. Pero los términos son duros. A cambio de la protección proporcionada por el plan, los participantes tienen que olvidarse de los dividendos, readquisiciones y stock options por dos años.

Un megaplán británico (que se anunciará hoy, según la BBC) necesitaría ser mucho mayor y más complejo -se necesitaría una cantidad entre 30.000 millones de libras y 100.000 millones, de acuerdo con las estimaciones del mercado-. Se beneficiaría, sin embargo, de algo del severo estilo danés. Aquí tiene Alistair Darling, el ministro de Economía, cuatro elementos que debería incluir.

Primero, el capital debería ser prestado a tasas penalizadoras. Esto minimizaría parcialmente el golpe para los contribuyentes y evitaría también parcialmente dar una injusta ventaja a los bancos que han sido rescatados. Lo ideal sería que los contribuyentes recibieran un instrumento de capital que se sitúe por encima de todas las deudas y del capital existentes -y pagar un alto cupón-. Déjenme llamarlo una acción supersalvadora. Deberían también recibir warrants o su equivalente por tanto como ellos puedan participar en el precio de las acciones ordinarias.

Segundo, los actuales accionistas y tenedores de otras clases de capital deben también poder comprar aquellas supersalvadoras acciones. Si los proveedores de capital circulante piensan que los instrumentos de los contribuyentes son demasiado generosos, tendrán un incentivo para poner más de su propio dinero. No sólo esto es justo. Cuanto más capital sea provisto por el mercado, menos cargo a los contribuyentes.

Tercero, este plan debe ser obligatorio para los bancos poco sólidos. El objetivo de este vasto ejercicio necesita trazar una línea bajo la crisis financiera. No funcionará tan bien si algunos bancos debilitados no participan. El acceso al plan podría ser voluntario para algunos bancos fuertes, para asegurar que no se encuentran en desventaja por no participar. Pero si los términos son suficientemente duros, ellos probablemente no querrían participar.

Finalmente, si este plan todavía no descongela los mercados monetarios, las autoridades necesitan estar preparadas para suplementarlo con la provisión de todavía más liquidez. Japón y Australia, por ejemplo, bombearon al mercado un extra de 11.000 millones de dólares el lunes. El Banco de Inglaterra podría prestar dinero por incluso periodos más largos de los establecidos e incluso contra colaterales más débiles. Debería tener una penalización, por supuesto. Pero esta es la vía bagehotiana.

Por Hugo Dixon

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