Mikonos, la moda turística
La pequeña isla griega acoge en verano y otoño un elevado número de turistas. Por sus estrechas calles se mezclan visitantes curiosos con los estilos hippie, de la 'beautiful people' y de ambiente gay.
La isla griega de Mikonos, mito de históricos hippies y escritores mundanos, se ha convertido en destino de moda y escaparate de lujo.
Si uno llega por mar -lo más recomendable- tiene la sensación de estar malbaratando un escaparate de moda. Todo parece perfecto, limpio, bonito. Las casas son un cuadro cubista de un blanco inmaculado, sólo roto por el azul de los postigos y los chorros de hibiscos y buganvilias que rebosan los muros. La calzada y aceras también están pintadas con minucia (recuerdan a las de Chechaouen, en Marruecos). En las vitrinas brilla oro de ley, se codean las marcas de prestigio, y en el género de las boutiques predominan los tejidos naturales. Terrazas y cojines por doquier, velitas en las mesas, y un trajín incesante haciendo latir ese perfecto decorado.
La pequeña isla de Mikonos era en los años sesenta del pasado siglo un humilde refugio de pescadores. Cuando los otomanos se la arrebataron a los venecianos, había sido guarida de piratas, poco accesible a causa de los vientos, que aún crean problemas a los grandes buques al atracar. Pero fue 'descubierta' en parte por los hippies y en parte también por la jet-set griega, a la que pronto se sumó la gente guapa y rica de todo el planeta. Así, aquel bullón de granito, perdido con doscientos más (entre islas e islotes) dentro de las Cícladas, pasó a primer plano del imaginario colectivo, y también del parnaso literario y comercial.
Ahora es un hervidero cosmopolita, más en verano y otoño. Los cruceros desembuchan cada día un número de curiosos que eleva al infinito la cifra de habitantes. Sólo permanecen en la hora punta de la isla. Lo ideal es quedarse, tres o cuatro días como mínimo, única manera de alcanzar la pulpa más atractiva y 'auténtica' que aún pueda quedarle.
Las calles angostas, laberínticas (dispuestas así para protegerse de los vientos); las capillas que llenan por docenas la Hora (genérico que designa la capital de una isla cuando ésta lleva el mismo nombre) son minúsculas, y hay tantas como casas antiguas, porque los isleños que en el mar se veían en apuros hacían promesa de levantarlas si salían con vida, por muy corsarios que fueran.
Pero sobre todo habrá tiempo para cumplir con ciertos ritos de una liturgia cívica no escrita: pasear por el puerto de pesca (Limani), donde los viejos lobos fuman recostados en la capilla de Agios Nikólaos, su patrón, y por donde campa a sus anchas Petros, un pelícano adoptado como mascota del lugar. Acudir a ver la puesta de sol en la pequeña Venecia, el barrio de casas de color con el agua a la cintura, frente al friso de molinos que a veces despliegan su velamen. Y están, por supuesto, las numerosas playas. Al norte, las más tranquilas y abismadas.
Al sur las más solicitadas, por su arena fina y su entorno recoleto. Entre ellas, Paradise, playa nudista con una discoteca al aire libre que acalla al mar con sus decibelios. Al lado, Super Paradise, donde la música techno congrega a buena parte de la feligresía gay, bastante nutrida en esta isla.
Mikonos, un nombre que pasó de boca a boca, como clave secreta o talismán, primero entre los hippies y gente perdida, luego entre la comunidad gay, y que es ahora reclamo comercial los folletos de cruceros que surcan el Egeo.
Guía para el viajero
Cómo irLa isla tiene aeropuerto con vuelos diarios que la unen con Atenas y otras islas griegas como Creta, Rodas o Santorini. Iberojet ofrece vuelos directos desde ciudades españolas, y un paquete con estancia de cuatro días en Mikonos combinada con un crucero de tres días visitando Kusadasi, Patmos, Creta y Santorini, a partir de 719 euros (incluyendo vuelos, traslados, alojamiento y desayuno). También recomendables las propuestas de Louis Hellenic Cruises, compañía griega con excelentes barcos y servicio.Dormir y comerPara dormir, Hotel Carbonaki (23, odos Panachrantou, 22890 241 24), en el centro de Hora, con pequeña piscina. Hotel Rochari (odos Matogiani, 22890 231 07), con vistas al mar y piscina dominando el casco antiguo. Para comer, Chez Maria (odos Kalogera, que sale de la calle Panachrantou), cocina tradicional de calidad, con jardín de verano. Nikos (en el Kastro, detrás del Ayuntamiento), pescados frescos y cocina griega a precios módicos. Para copas de noche: La Notte (en el puerto, música griega), Mykonos Bar (Hora), Space Club (viejo cine en barrio de Laka), Celebrity (odos Matogiani) y cerca de allí, Pierro's y Manto (de ambiente gay).