La crisis traerá más diálogo y consenso
En primer lugar, podemos decir que ha tocado a su fin el modelo de bajos tipos de interés, fuerte endeudamiento, la construcción como motor principal y todo ello bajo la premisa de que los precios de las casas nunca bajan.
El crédito será más escaso y más caro. El cambio a un modelo basado en el conocimiento y la I+D (Investigación y desarrollo) no se improvisa rápidamente (por cierto, sería bueno empezar por mejorar el deteriorado sistema educativo) y, en consecuencia, de momento, habrá menos crecimiento y más paro.
En segundo lugar, es de prever que el mundo occidental se volverá algo más intervencionista. Se producirá un incremento de los déficits públicos lo que, finalmente, traerá consigo un menor gasto para los contribuyentes.
Esto es contractivo para la economía de consumo pero también es deflacionista, no inflacionista.
En lo que se refiere a las compañías, es posible que surja alguna nueva operación de concentración, no indiscriminadamente, y salgan beneficiadas aquéllas con fuerte generación de caja e ingresos menos dependientes del consumo discrecional. Cuestiones como la solidez del dividendo y el endeudamiento controlado serán más valoradas a partir de ahora.
Y en fin, geográficamente saldrán fortalecidos aquéllos con superávit exterior (más competitivos) en detrimento de los de mayor déficit en relación a su producto interior bruto. Esto acelerará el peso de China frente al de Estados Unidos en el contexto de liderazgo mundial.
Este desplazamiento progresivo forzará a un cambio sustancial en las relaciones internacionales norteamericanas que, gane quien gane, otorgará un mayor peso al diálogo y los consensos.
Luis Peña Kaiser. Consejero delegado de Fonditel