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A fondo

El poderoso atractivo de controlar una caja

Una más. La composición de los consejos de administración y, por extensión, de las asambleas de las cajas de ahorros, pretende ser una imagen de la sociedad española. Plural y proporcional, en la que se da cabida a los distintos grupos políticos de la región origen de la entidad, a la representación de sus trabajadores y a la de sus clientes. Hasta aquí todo parece perfecto. El problema está en que algunos gobiernos autonómicos han considerado que las cajas son empresas públicas -y son privadas- cuyas inversiones deben responder a las necesidades de su región más que a criterios económicos. Esto es muy discutible. Pero es mucho más el hecho de que se hayan convertido en el retiro dorado de los que, por razón de edad, fin de mandato u otras peculiaridades, han dejado sus puestos en la Administración -central o regional-.

Y la historia se repite. Miguel Blesa entró en Caja Madrid como consejero en 1995. Un año después fue nombrado presidente, con el apoyo del PP y CC OO, en sustitución de Jaime Terceiro, que llegó a la presidencia en 1988 como independiente, aunque siempre contó con el beneplácito del PSOE. Terceiro abandonó su cargo también por otro asalto de poder, entonces del Gobierno del PP. Curiosamente, entonces el PP ofreció a Terceiro como salida la presidencia de Iberia. Ahora también se ha especulado con que Blesa podría ocupar este puesto en la principal aerolínea española.

La diferencia entre la situación actual y la de hace 12 años es que ahora parece que es sólo una parte del PP -la que representa la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre- la que pretende minar la futura candidatura de Blesa para repetir como presidente por última vez. Esta ala ha ido incluso más lejos. Esta semana ha intentado -sin demasiado éxito, según apuntan varias fuentes próximas a la caja madrileña- destronar a Blesa antes de cumplir su mandato, para el que le resta un año.

Otra distinción con respecto a la salida de Terceiro es que el lunes, y ayer otra vez, todos los consejeros apoyaron a Blesa. No importaba el color político de cada uno. Fue, explican todas las fuentes, por 'unanimidad'. Incluso quienes no le defendieron en sus inicios, los representantes del PSOE, creen que su labor al frente de la caja en estos años ha sido buena. Y destacan el proyecto de internacionalización de la entidad con la compra de un banco en Florida (EE UU) y la creación del holding Cibeles, que comenzará a cotizar en noviembre si los mercados lo permite. De momento, los planes de la entidad no se han modificado, pese a la crisis interna vivida esta semana.

Varias fuentes del sector, curiosamente también políticas, y de la Administración se quejaban ayer 'del lamentable espectáculo' que se está dado de las cajas con estas batallas políticas. 'Son unos inconscientes. Se van a cargar estas entidades con estas guerras. No se dan cuenta de que se producen, además, en un momento muy delicado. Hay una crisis en los mercados, el negocio se ha ralentizado mucho más rápido de lo previsto, la morosidad crece a ritmos de vértigo y, lo que faltaba: los políticos. Unos enredando en la segunda caja de España para cambiar al presidente, y otros forzando fusiones que no solucionan nada y que, incluso, pueden empeorar la situación de alguna de ellas', afirmaba ayer un alto ejecutivo de una de estas entidades. CC OO se pronunciaba en el mismo sentido, y añadía que estas tensiones 'son insostenibles. No se puede desestabilizar de esta forma a las entidades'. La historia se repite. Por ello, sería bueno iniciar ciertos retoques en la Ley de cajas para despolitizarlas porque, si no, se puede acabar con ellas.

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