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Tribuna
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Una nueva labor sindical

Rafael Torres Posada / Fernando Álvarez Barón

Cuando en alguna de las 40.000 sucursales bancarias de España nos venden fondos de pensiones, por ejemplo, nos piden a los partícipes-clientes que razonemos como empresarios y que elijamos a qué rentabilidad queremos aspirar (beneficio eventual) a cambio de que asumamos un riesgo, no sólo de una rentabilidad menor, sino incluso negativa. Nos piden que reproduzcamos y ejecutemos el razonamiento que todo empresario debe hacerse cada día al frente de su empresa.

Las entidades financieras llegan incluso a taxonomizarnos a los clientes en una jerga interna, que califica nuestra conducta según nuestra 'mayor o menor aversión al riesgo' y frecuentemente tratan de medirla con diversos 'asesores de inversión', cada uno de ellos menos eficaz que todos sus predecesores. Sorprende este comportamiento tan poco científico de la primera industria de este país, que pareciera no conocer que hace muchos años que la psicología social ha constatado que de forma universal la gente se siente incómoda ante la ambigüedad y la incertidumbre y le gusta lo normal y lo previsible, como también se han encargado de demostrar todos los estudios sobre comportamiento de los consumidores.

¿Cuál es el papel de los sindicatos en una comisión de control de fondos de pensiones?

Los sindicatos en España tienen la enorme responsabilidad de velar por las pensiones futuras de millones de trabajadores, cuidando de la evolución de más de 30.000 millones de euros, que es el patrimonio que acumulan los planes de pensiones de empleo (los que promueven y dotan las empresas para sus trabajadores), un montante que supera al valor total en Bolsa de la compañía Repsol.

En el caso de estos planes de empleo, los representantes sindicales que forman parte de las respectivas comisiones de control se encuentran ante una complicada disyuntiva.

La brecha ideológica entre los vendedores de fondos de pensiones y los españoles reales de a pie es notable y los sindicatos, como parte de las comisiones de control, nos hayamos cogidos entre dos fuegos. Cuando los representantes de las organizaciones sindicales se sientan en los comités decisorios que gobiernan los planes de pensiones tienen que asumir un papel nuevo, que sólo puede ser la defensa de los intereses de los partícipes de esos planes de pensiones.

Esta defensa se traduce en una exigencia clarísima: resultados. Y lo que no sean resultados reales y medibles, no debe ser de interés. La lógica de la situación exige convertir a los representantes sindicales en exigentes ejecutivos, con el objetivo de lograr la maximización del valor de la unidad de cuenta para los participes.

¿Cómo gestionamos 30.000 millones de euros de los trabajadores españoles?

Los representantes de los trabajadores en las comisiones de control de los planes de empleo deben centrarse en exigir cosas distintas a cada uno de los intervinientes:

l A los gestores de los planes. Las comisiones de control no son asesores tácticos de los gestores que administran la cartera de los planes de empleo, se deben limitar a exigir la mayor rentabilidad posible en plazos, eso sí, plurianuales. Y debemos empezar a entender que para recibir algo (una buena rentabilidad) hay que pagar por ello (comisiones de gestión). Y desde luego si la gestora no alcanza la rentabilidad objetivo, la comisión de control deberá, en defensa de los partícipes, buscar mejores ofertas sin ninguna limitación de escenarios.

l A las empresas. Las comisiones de control deben de empezar a exigir contrapartidas imaginativas que acerquen los planes a la mentalidad conservadora de los fondistas. Estas medidas tienen un precio, pero deben de entrar en la negociación y forman parte de lo exigible a las gestoras.

Las medidas que deben exigir los representantes sindicales deben tender a dar una garantía adicional, para que la rentabilidad de los planes garantice unos mínimos plurianuales, generalmente en referencia y por encima de la inflación.

El cómo las gestoras atiendan a estas demandas está dentro del ámbito de la creatividad empresarial, y dentro de lo que el marketing financiero de este país tiene que desarrollar. Al fin y al cabo, todas las escuelas de management nos enseñan que una empresa es sólo imaginación (y el resto es mantenimiento).

Estas sencillas reglas de actuación implican que miembros de los sindicatos tienen una nueva y sorprendente labor en la sociedad, que bien realizada tiene un elevado valor añadido y será en el futuro una importante fuente de reconocimiento social.

Rafael Torres Posada / Fernando Álvarez Barón. UGT Grupo Caja Madrid

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