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Columna
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Los inmigrantes y el empleo en España

El 1 de enero de 2008 residían en España, según las cifras provisionales del padrón continuo de población, 5.200.000 extranjeros, el 11,3% del total de la población residente. Este número de extranjeros, que superaba en casi 4.600.000 a la de 10 años antes, cuando sólo representaba el 1,6% de la población, ha seguido aumentando a pesar de la situación de debilitamiento de la economía española, en más de 700.000 personas a lo largo de 2007, y supone un porcentaje del total de la población similar o incluso superior al de la mayoría de los países europeos tradicionalmente inmigrantes.

Si se comparan las cifras del padrón, que incluyen tanto a los extranjeros residentes regulares como a los irregulares, con las de las autorizaciones de residencia legal, que consideran sólo a los regulares, y que ascendían a 4.000.000 el 31 de diciembre de 2007, la diferencia a favor de las primeras es de algo más de un 1.200.000 extranjeros.

Ahora bien, esta diferencia no puede utilizarse como estimación de los extranjeros irregulares, pues incluye a los comunitarios que por el principio de la libre movilidad son todos residentes regulares. Si se incluyen únicamente a los extranjeros no comunitarios, la diferencia a favor del padrón es de, alrededor, de 600.000. Esta cifra, que puede considerarse como estimación de los extranjeros irregulares, es muy inferior a la de más de 1.000.000 de 2004, cuando todavía no se había producido el proceso de regularización extraordinaria de 2005, que afectó a casi 600.000 personas.

Si, en vez del total de inmigrantes, se consideran el de los extranjeros activos, estimados por la encuesta de población activa (EPA), en el primer semestre de 2008, periodo en el que ya es patente la situación de crisis de la economía española, éstos aumentan a una tasa interanual del 13%, sólo ligeramente inferior a la de 2007 (el 13,7%) y muy superior a la de la población activa nativa, el 1,4%.

Este fuerte incremento de la población activa extranjera, resultante del retraso temporal que puede producirse entre los flujos de entrada de extranjeros y la situación de la economía, eleva incluso la tasa de actividad por encima de la de 2007, al situarse en el segundo trimestre de 2008 en el 76,7%. Tasa de actividad que supera a la de los nacionales (el 57,4%) en casi 20 puntos porcentuales, como consecuencia de que la mayor parte de los nuevos inmigrantes son de edades más jóvenes que la de los españoles y a que el objetivo de la inmigración de la mayoría de ellos es laboral, encontrar un trabajo, y no otros, como la agrupación familiar.

La evolución del empleo de los extranjeros, aunque algo menos expansiva, sigue siendo positiva, al aumentar en el primer semestre de 2008, en relación con el mismo periodo de un año antes, el 8,8%. Esta tasa de variación, inferior a la de 2007 (el 13,2%) es, sin embargo, mucho más favorable que la de la población ocupada nativa, que desciende en el primer semestre de 2008 el 0,2% (descenso que se convierte en el 0,7% en el segundo trimestre), lo que es indicativo de que la incidencia de la crisis en estos primeros meses en los trabajadores extranjeros es, según la EPA, menor que en los autóctonos.

A pesar del incremento del empleo de los extranjeros, como la población activa de éstos crece más intensamente, el aumento del paro de los inmigrantes es muy acusado, más de un 40% (el 43,2%) en tasa interanual del primer semestre de 2008, que se convierte en el 55% en el segundo trimestre del año, crecimiento que es el cuádruple del que se producía en el mismo periodo de 2007.

Este incremento del paro es muy superior al ya elevado que se produce en la población española (el 21,4% en el primer semestre y el 30% en el segundo trimestre de 2008), debido a que el mayor aumento de la población activa extranjera que la nacional contrarresta el mejor comportamiento del empleo de los extranjeros que el de la población nacional.

Ahora bien, el avance de la tasa de paro de los extranjeros, de 4,1 puntos porcentuales a lo largo del primer semestre del año, del 12,4% en el cuarto trimestre de 2007 al 16,5% en el segundo trimestre de 2008, es más del triple del crecimiento de la tasa de paro de los nativos en ese periodo, del 8% al 9,3%.

En cualquier caso, la tasa de paro de los extranjeros en el segundo trimestre de 2008 supera en más de siete puntos porcentuales a la de los nacionales, diferencia que ha crecido notablemente en los últimos años, desde los 2,8 puntos en 2004.

En resumen, el mantenimiento, pese a la situación de crisis de la economía española, de un elevado ritmo de entrada de inmigrantes está provocando un acusado incremento de la población activa extranjera, incremento que contrarresta el mejor comportamiento del empleo de los extranjeros que el de los nacionales, por lo que el aumento del paro de los primeros es más intenso que el de los segundos.

José Ignacio Pérez Infante. Profesor asociado de Mercado de Trabajo en España de la Universidad Carlos III

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