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Tribuna
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Salvad al soldado Ryan

Estamos acudiendo a un proceso de recesión económica con una fuerza y alcance sin precedentes, superando lo coyuntural y afectando seriamente a lo esencial de nuestra estructura económica. Nunca España ha tenido una situación tan privilegiada desde el punto de vista empresarial, gracias a las empresas y empresarios que han promovido actividad en los últimos 15 años y que sobre todo han aprendido en el espíritu de riesgo a crear, desarrollar, dar empleo, en definitiva, aumentar el PIB con crecimiento saludable, siendo líderes mundiales en los ratios que miden magnitudes de empleo y crecimiento.

Es evidente que existió un motor económico, la construcción de viviendas, a cuyo rebufo creció la economía en cotas que ni los más optimistas podían aventurar, descuidando inversiones más productivas que mejoraran nuestro desequilibrio en competitividad y dieran mayor estabilidad a largo plazo. Ahora se demuestra que el rápido crecimiento, y con el motor gripado, la poca consistencia en ventajas competitivas se vuelve en contra y muchas empresas y empresarios ven amenazada su continuidad, uniendo a las dificultades de mercado un endurecimiento de la financiación que colapsa sus actuaciones.

A la crisis de la construcción se unió la crisis financiera internacional y el revulsivo del encarecimiento del petróleo y otras materias primas. Y lo que de por sí es un enorme problema tiene en nuestro caso terribles consecuencias, debido al exceso del crédito dedicado a financiar viviendas, cuando en las pymes, como consecuencia de la menor actividad, surgen dificultades en el equilibrio económico-financiero a corto, al verse obligadas a hacer frente a sus compromisos operativos de pago al tiempo que se reducen los ingresos. Eso si no se encuentran con retrasos en los cobros con abusivos alargamientos de plazos, con lo que el fondo de maniobra, aun siendo positivo, es menos líquido en tanto se realizan los stocks y obliga a aumentar las líneas de financiación de circulante.

A pesar de su solvencia, muchas pymes en sectores industriales, comerciales y de servicios están viendo mermada su capacidad de endeudamiento porque la banca en su conjunto necesita la liquidez para resolver el enorme endeudamiento inmobiliario. Nos centramos ahora especialmente en industria, comercio y servicios y empresas con suficiente historial, solvencia y capacidad de empleo, que demuestren viabilidad en su continuidad.

El pequeño y mediano empresario, con su espíritu emprendedor y capacidad de asumir riesgos, con ambición por ganar, crecer y desarrollar, en definitiva crear empleo, es el verdadero motor de nuestra economía y necesita ánimo y mucha confianza y ello sólo se consigue en un entorno de cierta seguridad, sintiéndose financieramente respaldado. Ver cerradas las puertas de una financiación del circulante a pesar de contar con la solvencia y el historial de una gestión bien hecha es más descorazonador y más negativo que enfrentarse con una coyuntura económica desfavorable, a la que con flexibilidad y capacidad de adaptación sabrá dar mejor respuesta.

El grave problema del desempleo tiene una causa profunda claramente identificable. ¿Qué porcentaje de la población ocupada lo está en pymes? ¿Dónde se ha producido la creación de empleo en los últimos años? La respuesta a ambas preguntas obliga a tomar una especial precaución por este colectivo. ¿Cómo evitar una mayor sangría?

Lo más urgente es resolver la situación de financiación del circulante, evitando que la ausencia de crédito ahogue a buenas pequeñas y medianas empresas. A principios de siglo pasado, Inglaterra, preocupada por la situación de las pymes, promovió mecanismos para que desde el Banco de Inglaterra pudieran financiarse, facilitando los fondos necesarios.

No se trata de insuflar dinero, sino de permitir que pequeñas y medianas empresas con historial demostrado y proyectos viables puedan mantener la financiación operativa que necesitan, que las entidades financieras abran líneas especiales de financiación a las pequeñas y medianas empresas en circulante y fomento de actividades de exportación.

Mejoras fiscales y otros estímulos en contratación laboral, vía Seguridad Social, así como otros estímulos en la actividad exportadora son también imprescindibles, pero ahora lo que es urgente es centrar el apoyo en la financiación del circulante, que evite una secuencia de incumplimientos que ponga en peligro todo el sistema.

Ante un problema tan grave, debemos enfocar soluciones urgentes y eficaces y así salvar a nuestro soldado Ryan, el aún adolescente pequeño y mediano empresario. CEOE y las Cámaras de Comercio tienen una magnífica oportunidad para demostrar su razón de ser y los ministerios de Industria y de Economía y Hacienda de desarrollar actuaciones concretas que sean efectivas de inmediato, y no vale recurrir a que se acelerará la Directiva de Servicios comunitaria, mejoras fiscales y estímulos para agilizar la creación de empresas o planes especiales de formación en informática e inglés, por muy convenientes que sean.

El Banco de España debería concretar la propuesta para España que parece apoyar el BCE y la última reunión de los ministros europeos de Finanzas (Ecofin) y, con los controles más rigurosos, poner en práctica líneas de financiación a las pymes para gestión del circulante. El ICO debería ser el instrumento.

Para su seguimiento proponemos crear un Centro Estratégico de Apoyo al Empresario (CEAE), dentro de la CEOE, con los soportes y colaboraciones de otras instituciones, como el IEE, cámaras de comercio y los ministerios competentes, al que se incorporen las pymes (empresarios de diferentes sectores), junto con técnicos de prestigio, que recoja sugerencias de las empresas y elabore un plan de actuaciones y seguimiento y que tuviera como misión: identificar situaciones de dificultad que requieren apoyo financiero; proponer soluciones de financiación y líneas de financiación, y desarrollar iniciativas dirigidas a la mejora de confianza.

Es evidente que quedan pendientes otros muchos asuntos, pero tiempo habrá de enfocarlos. Ahora centremos la atención con eficacia en lo verdaderamente urgente y evitemos una grave sangría que descapitalizará lo mejor de nuestro patrimonio empresarial, el pequeño y mediano empresario. Resolvamos pues su financiación de circulante. Mañana será tarde.

Manuel Gago Areces. Presidente del Consejo Directivo de Madrid de la Asociación Española de Directivos (AED)

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