Betancourt, Príncipe de Asturias de la Concordia
El jurado premia su defensa de los derechos humanos y la libertad
La Fundación Príncipe de Asturias concedió ayer el Premio a la Concordia 2008 a la política franco-colombiana Ingrid Betancourt, quien tras seis años de secuestro por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) fue rescatada el pasado mes de julio por el ejército de su país.
'Ingrid Betancourt personifica a todos aquellos que en el mundo están privados de libertad por la defensa de los derechos humanos y la lucha contra la violencia terrorista, la corrupción y el narcotráfico', destacó el jurado en un comunicado. Además, éste subrayó que el galardón constituye un mensaje de solidaridad hacia todos aquellos 'que padecen las mismas dramáticas e inadmisibles condiciones que ella sufrió, así como con aquellos gobiernos que trabajan por la consolidación del sistema democrático y las libertades cívicas'.
Esperanza
'Siento una inmensa emoción con esta noticia', señaló Betancourt
Por su parte, la ex rehén de las FARC Ingrid Betancourt recibió ayer con 'inmensa emoción, mucho respeto y humildad' la concesión del Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, en nombre de sus antiguos compañeros de cautiverio, vivos y muertos.
'Veo en este maravilloso suceso un feliz presagio para quien sí lo merece, mi amada patria, Colombia, sedienta de concordia y paz', señaló en un comunicado. En esta nota difundida en París por la Federación Internacional de Comités Ingrid Betancourt (Ficip), la ex candidata a la presidencia de Colombia indicó que 'quisiera que el premio aliviara la tristeza de las familias de sus compañeros de cautiverio que murieron en la selva como reconocimiento a su gran sacrificio'.
La política franco-colombiana mencionó a Guillermo Gaviria, Gilberto Echeverri, los 11 diputados del Valle del Cauca, y el Mayor Guevara. 'Sé que España siempre ha estado con nosotros, en los momentos de terrible dolor y en momentos como éste, de extraordinaria alegría', recalcó Ingrid Betancourt, que fue liberada el pasado 2 de julio.
Según señalan los estatutos de la Fundación Príncipe de Asturias, este galardón se concede a aquella persona o institución cuya labor haya contribuido de forma ejemplar y relevante al entendimiento y a la convivencia en paz entre los hombres, a la lucha contra la injusticia, la pobreza, la enfermedad, la ignorancia o a la defensa de la libertad, o que haya abierto nuevos horizontes al conocimiento o se haya destacado, también de manera extraordinaria, en la conservación y protección del patrimonio de la Humanidad.
Este ha sido el último de los ocho premios concedidos este año, en el que también han sido reconocidos, entre otros, Google y el tenista español Rafael Nadal. Los galardones están dotados con cincuenta mil euros, la escultura creada y donada expresamente por Joan Miró para estos galardones, un diploma y una insignia acreditativos. La entrega de los premios se celebrará en otoño en Oviedo, en un acto presidido por el Príncipe de Asturias.
La política puede esperar
Después de seis años de cautiverio, las prioridades de Ingrid Betancourt, como es lógico, han cambiado. Aunque la lucha por la libertad y los derechos humanos ha sido una constante en la carrera política de esta luchadora, ahora, más que nunca, son sus objetivos prioritarios. Aunque no ha descartado regresar a la actividad política, Betancourt, de 46 años y madre de dos hijos, asegura que en la actualidad su principal objetivo es trabajar por la liberación de otros rehenes en su país y en todo el mundo.Nacida en Bogotá (Colombia) en 1961, Ingrid Betancourt, vivió la política desde muy pequeña. Hija de un ex ministro de Educación, Gabriel Betancourt, y de la ex congresista y ex embajadora en Guatemala, Yolanda Pulecio, estudió Ciencias Políticas en Francia donde su padre desempeñaba el cargo de embajador ante la Unesco. Allí se casó con un diplomático francés, obteniendo esta nacionalidad. Regresó a Colombia en 1990 y trabajó como asesora en el Ministerio de Hacienda y en el de Comercio Exterior.Betancourt inició su carrera política en 1994, cuando se presentó a las legislativas como candidata del gobernante Partido Liberal. Dirigió sus esfuerzos al impulso de la democracia y la justicia social, y a la lucha contra la corrupción, el narcotráfico y la violencia, en la búsqueda de un futuro distinto y más esperanzador para los niños y jóvenes de Colombia. Abandonó el Partido Liberal en 1998 y se presentó al Senado por el partido Oxígeno Verde. Dimitió de su cargo para presentarse a las elecciones presidenciales por el movimiento Nuevo Colombia en 2002, año en el que fue secuestrada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) junto a su directora de campaña, Clara Rojas, que fue liberada el 10 de enero de 2008.