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A fondo

Solvencia para tiempos difíciles

Dice un viejo refrán que es de sabios rectificar, aunque sea tarde. Algo parecido le ha pasado al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Ayer, ante sus señorías del Congreso y ante una esperada comparecencia en el Pleno de la Cámara Baja para analizar la crisis económica, renunció a anunciar una nueva batería de medidas contra el parón económico, similar a las ya realizadas en abril y junio, so pretexto de que no vale la pena improvisar si no se tiene claro la dirección de las mismas. De esta forma, dio por acertadas las críticas de buena parte de la oposición política y agentes económicos de que la crisis sólo se ataja con solvencia, es decir con pocas medidas, pero eficaces, precisas y creíbles por la sociedad. Por ello, los anuncios del presidente se ciñeron a un plan financiero, avalado por el ICO para que promotoras en apuros puedan renegociar su deuda a cambio de que estás pongan en el mercado más viviendas en alquiler. El plan se completa con la puesta en marcha en los próximos meses de las sociedades cotizadas de inversión en el mercado inmobiliario, utilizadas en el mundo anglosajón. La polémica está servida de nuevo, al menos con la primera medida, ya que no faltará quien considere que el ICO no debe ser utilizado para ayudar con dinero público, ni siquiera indirectamente, a empresas que durante el boom inmobiliario obtuvieron cuantiosos beneficios.

No obstante, el anuncio de Zapatero cuenta también con adeptos entre la clase política, cercana eso sí, al presidente. Así, el comisario europeo de Asuntos Económicos, Joaquín Almunia, respaldó ayer tal medida para ayudar al sector de la construcción. De hecho, Almunia subrayó que 'los países que, como España, han hecho los deberes presupuestarios durante la parte alta del ciclo, ahora disponen de margen para dejar que los estabilizadores automáticos inyección de capital público contribuyan a mejorar la situación'. Las declaraciones de Almunia se produjeron durante la presentación de las previsiones intermedias de la Comisión Europea, en las que Bruselas pronostica un drástico deterioro de la economía española, que entraría en recesión a lo largo de este semestre.

Pero con independencia de lo acertado o equivocado del plan de rescate de las promotoras, la sensación que quedó ayer en el empresariado español es que se necesitan más medidas de calado para invertir la tendencia de una sociedad que ha frenado en seco el consumo. El Gobierno replica que la devolución fiscal de los 400 euros, realizada a lo largo de este semestre, servirá para estimular el gasto de las familias. Sin embargo, todos los fiscalistas y los servicios de estudios dudan de su eficacia en un entorno pesimista en el que se destruye empleo todos los meses.

Por eso, ante el aumento del paro registrado las miradas de buena parte de los economistas se dirigen a tomar medidas de incentivo a la oferta como podría ser una reducción de las cotizaciones sociales, aunque fuera de carácter temporal (en otros países se han aprobado medidas similares para dos o tres años). Una rebaja de cotizaciones tiene la desventaja de reducir el saldo de las cuentas públicas, en un momento en que están siendo utilizadas para reforzar el gasto en prestaciones por desempleo. Sin embargo, supone una inyección de moral para las empresas, castigadas ahora por una caída de la demanda. Y no olvidemos que son las empresas las que crean empleo y con ello insuflan confianza a la economía. Confianza que es tanto como decir solvencia en tiempos difíciles como los actuales.

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