Las joyas que esconden los garajes vips
Warren Buffett tiene un Cadillac, Bill Gates conduce un Porsche y Luis del Rivero prefiere los clásicos. El coche sigue siendo un símbolo de poder.
Los Ferrari se suelen asociar al color rojo, pero el F430 Spider que conduce Elaine Wynn, esposa del multimillonario propietario de casinos Steve Wynn, es azul. Lo compraron durante una visita a la factoría del fabricante en Maranello (Módena) y fue Steve Wynn el que tomó la decisión porque se asemejaba al color de los ojos de su mujer. Ella confiesa que le encanta conducirlo, pero el Ferrari es uno más de la colección, que incluye un Bentley Arnage o un Jeep Grand Cherokee. Sin contar con la flota del resort Wynn Las Vegas, en la que destaca un Rolls-Royce Phantom para invitados vips.
Todo un símbolo de lujo, distinción y estilo. Y de poder. Como Wynn, magnate hecho a sí mismo -ocupa el puesto 277 de la lista de Forbes- los millonarios del planeta revelan su carácter a través del coche que poseen. El inversor y filántropo Warren Buffett, presidente de Berkshire Hathaway, con una fortuna calculada por Forbes en 43.500 millones de euros, conduce un Cadillac DTS (el fabricante sugiere un precio mínimo de 53.415 dólares, 37.500 euros aproximadamente).
El otro estadounidense más rico del mundo, el fundador de Microsoft, Bill Gates, es más caprichoso en sus gustos. Cuenta entre sus joyas con un Porsche 959 (modelo del que se fabricaron menos de 300 unidades) y un Porsche 911 convertible. Su colega Steve Jobs, presidente de Apple, conduce un Mercedes-Benz SL55 AMG -la respuesta del fabricante alemán a los clientes especiales-, que tiene un precio básico de unos 87.000 euros.
Este año se ha matriculado un Rolls-Royce en España
Michael Dell, presidente de Dell Computer, con una fortuna de unos 11.500 millones de euros, guarda en su garaje varios vehículos que no dejarán de llamar la atención por las calles; entre ellos, un Porsche Boxter del 94, pero para el día, parece que el empresario prefiere utilizar un Hummer H2, otra de las impresionantes máquinas con las que cuentan algunos de los personajes más famosos del mundo. Y es que su coste y mantenimiento hacen que no resulte fácil tener uno.
Un poco menos rico que Dell, Steve Ballmer, consejero delegado de Microsoft, prefiere conducir un Lincoln Continental, uno de los modelos de más éxito en EE UU, aunque en los últimos años la marca de lujo ha visto como la competencia japonesa y europea le comía terreno.
Las ventas de vehículos de superlujo en Estados Unidos se ha multiplicado casi por siete en las últimas dos décadas. Rolls, Bentley, Bugatti, Maybach... Este año se calcula que se venderán 11.755 modelos, que podrán llegar hasta los 13.500 en 2013, según la firma de análisis bostoniana Global Insight. Un cálculo que confirma que el lujo no entiende de crisis.
El clasicismo español
En España, la clase empresarial es fiel a Audi, Mercedes y BMW, porque para las marcas premium es indispensable figurar en el parque móvil de la economía y ciertos grupos sociales. Equipamientos especiales, blindaje incluido, que pueden elevar su coste cuatro veces sobre el precio de mercado, calculan los expertos. Los modelos preferidos por la élite empresarial son los Mercedes clase SL, BMW serie 7 y Audi A8. Salvador Gabarró, presidente de Gas Natural; la cúpula de Unión Fenosa, el presidente Pedro López Jiménez y el consejero delegado Honorato López Isla; el presidente de Repsol, Antonio Brufau, o el presidente de ACS, Florentino Pérez, se desplazan en Audi A8. Juan Miguel Villar Mir, presidente del grupo OHL, y Antonio García Ferrer, vicepresidente de ACS, utilizan un Audi A6.
Audi y BMW han trabajado durante años para desbancar a Mercedes de su posición exclusiva entre los poderosos, aunque últimamente las tres se han encontrado con la competencia del japonés Lexus, la división de lujo de Toyota, que con el modelo LS se ha introducido en los garajes de las empresas españolas.
Según datos de Anfac, entre enero y agosto se vendieron en España 2.248 coches encuadrados en el segmento de lujo, que suponen una penetración del mercado del 0,3%, con una caída del 46,9% respecto a las ventas del mismo periodo del año anterior. El potencial de este mercado es limitado. En los ocho primeros meses del año, se han matriculado un Rolls Royce, 11 Lamborghini y 82 Maserati. Ninguno de ellos alcanza el precio del Bugatti Veyron, alrededor de 1,2 millones de euros, de los que vendrán dos unidades a España, una a Marbella y la otra a Madrid. Entre los afortunados propietarios del exclusivo vehículo se encuentra el magnate de la moda Ralph Lauren, propietario de una colección que incluye además Bentley, Mercedes o Ferrari.
El dinero de la fama ha creado grandes colecciones. Las estrellas del deporte se han caracterizado siempre por ser amantes de los automóviles de lujo. Al futbolista David Beckham se le ha visto en un Audi no demasiado llamativo, pero también en un Aston Martin, un Lamborghini, un Porsche 911, un Bentley Continental GT, un Lincoln Navigator o un Rolls-Royce Phantom, sólo por nombrar algunos. El jugador de baloncesto de la NBA Shaquille O'Neal conduce también un Rolls Royce Phantom, un coche cuyo precio base ronda los 255.000 euros.
El actor Rowan Atkinson (Mr. Bean), es también aficionado a los coches. Entre sus adquisiciones se encuentran un Morgan Aeromax, superdeportivo de fabricación inglesa con un precio de unos 150.000 euros, varios Aston Martin y hasta 1999 un McLaren F1 valorado en 900.000 euros. Este exclusivo vehículo se atribuye también a personajes como Jay Leno, Eric Clapton, Tommy Hilfiger, Ron Dennis o el Sultán de Brunei (de quien se dice que tiene más de 5.000 coches).
El amor por los automóviles suele reducirse en el caso de las mujeres. No obstante, será difícil ver a algunos de los rostros femeninos más conocidos del mundo en un viejo cacharro. Anna Kournikova conduce, por ejemplo, un Cadillac Escalade EXT. Otra de las famosas que ha optado por un todoterreno, aunque mucho más discreto, es la actriz sudafricana Charlize Theron, que se mueve en un Range Rover.
Al volante de un híbrido, como el Toyota Prius, se ha visto a la novia de América; y es que Julia Roberts se preocupa más por el medio ambiente que por lucir un impresionante vehículo (el mismo coche conduce Leonardo DiCaprio). También Madonna ha elegido para sí un coche sencillo, el Mini Cooper es el coche que conquistó a una de las rubias más famosas del mundo. Fans de Mercedes de alta gama son, por ejemplo, Cameron Díaz, Lindsay Lohan o Britney Spears. Y la actriz Halle Berry apuesta por un Ford Thunderbird.
Pasión por los automóviles clásicos
Si no es antiguo, el coche no tiene interés. Es lo que les ocurre al presidente del grupo Sacyr, Luis del Rivero, o al ex ministro de Agricultura y miembro de la Ejecutiva del PP, Miguel Arias Cañete, coleccionistas de automóviles clásicos.En el caso del primero, su pasión tiene mucho que ver con su formación de ingeniero. ¢Me gustan todas las cuestiones relacionadas con la mecánica y el arte industrial¢, asegura. Luis del Rivero recuerda cuál fue su primer coche clásico: un Jaguar MK4 (antes SS100) de 1946. Para el presidente de Sacyr, los vehículos modernos pierden atractivo frente a modelos como un Bentley 3,5 litros, un Hispano Suiza J12 o un Pegaso Z102.Satisfecho con su colección, a Luis del Rivero se le puede ver los fines de semana y en vacaciones al volante de uno de sus clásicos por las carreteras de Cantabria.Miguel Arias Cañete coincide en que los coches no deben estar encerrados en el garaje. Por eso, siempre que sus obligaciones parlamentarias se lo permiten, participa en una competición de coches clásicos unas cinco o seis pruebas al año. ¢Hay veces que no hago ni un kilómetro, en otras quedo en buena posición¢, declara.Su afición surgió en la infancia, coleccionando coches Matchbox (miniaturas en cajas de cerillas). Su primer automóvil de colección fue un Austin Cooper. ¢Es el coche que más me gusta, con él aprendí a conducir y es un automóvil mítico¢. Después de aquel, compró otro, del 67, porque Miguel Arias Cañete ha ido renovando su colección, compuesta hoy por seis automóviles, entre ellos, un Morgan de los años 40 y un Alfa Romeo de 1971. Le gustaría completarla con un Ferrari GTO, pero asume que es imposible, ya que cuesta más de cuatro millones de euros. Compra cuando se da la ocasión, porque en su nivel de coleccionismo hay mucha oferta. En sus desplazamientos por Madrid, utiliza una scooter. ¢La velocidad ha quedado para los circuitos¢, dice.