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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Las rémoras de la falta de liquidez

La crisis de liquidez pesa como una losa sobre muchas empresas que se encuentran limitadas para refinanciar su deuda o conseguir nuevos créditos. Esta escasez está dificultando -y encareciendo- las inversiones, como ya ha quedado patente en el descenso del 0,2% de esta partida en la Contabilidad Nacional, algo que no sucedía en doce años. Pero, además, genera problemas de tesorería a muchas compañías que no pueden afrontar sus pagos -o refinanciaciones- y acaban en concurso de acreedores. Y éstas, a su vez, contagian a sus proveedores en una espiral peligrosa. Es, pues, imprescindible que la normalidad regrese al sistema y el dinero fluya nuevamente con normalidad.

En este contexto, las 35 del Ibex están reduciendo su endeudamiento, aunque ligeramente (un 1,4% en el primer trimestre frente al mismo periodo de 2007). Se lo pueden permitir, pues las grandes empresas no están encontrando problemas para obtener financiación, aunque deben pagar más por ella. Sin embargo, no todas las cotizadas corren la misma suerte. Las inmobiliarias, por ejemplo, están muy castigadas por el apagón financiero. Los mercados internacionales recelan de la contracción en la venta de viviendas y como contrapartida han castigado -injustamente- al sistema financiero español por considerar que adolece de una exposición excesiva al sector. Y bancos y cajas pagan un plus por captar liquidez, lo que acaba repercutiendo en el tejido empresarial en su conjunto. Para muchas pymes, las ventanillas de los créditos están cerradas.

Así pues, atajar los problemas de liquidez es la piedra angular para salir de la crisis económica. El Gobierno no ha de dudar en usar todas las herramientas a su alcance y aprovechar cualquier foro para suavizar las presiones sobre el sistema financiero nacional. La reunión de los ministros de Finanzas y Economía de la UE en Niza el 12 y 13 de septiembre es una buena ocasión. Estarán junto a los representantes de los 27 Estados miembros, los responsables de los bancos centrales europeos, incluidos los del BCE. Francia presentará un plan para afrontar soluciones conjuntas desde la UE y sería bueno que se llegase a consensos, pues la situación es lo suficientemente crítica como para adoptar medidas excepcionales. Y junto a los Gobiernos comunitarios, el BCE es corresponsable en la tarea de garantizar liquidez realizando las inyecciones que sean necesarias. Por eso, sorprende que el jueves anunciase que endurecerá las condiciones sobre los activos que los bancos pueden presentar de colaterales. No obstante, aportar liquidez no es su único reto, ya que ha de devolver la confianza al interbancario, dotando al sistema de transparencia. Aunque quizá lo que se espera con más ahínco del Banco Central es una mayor sensibilidad por la debilidad económica. No en vano la zona euro puede entrar en recesión.

Pero el Gobierno español no debe fiarlo todo a las actuaciones de la UE ni del BCE. Le corresponde, además, actuar por su cuenta para restablecer esa credibilidad perdida del sistema financiero español tocando los palillos que sean necesarios. Y, en paralelo, debe impulsar la normalización del crédito a las empresas aumentando las líneas de avales del ICO o a través de cualquier otra fórmula a su alcance.

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