Música, chocolate y buen gusto en la Viena imperial
Situada en el corazón del Viejo Continente, y a pocos kilómetros de otras ciudades emblemáticas como Praga, Salzburgo o Budapest, Viena tiene todas las virtudes para ser considerada la capital de Europa. Así lo fue durante muchos años cuando, victoriosa del asedio turco, se erigió como la primera ciudad del Imperio austrohúngaro. Ahora, con poco menos de dos millones de habitantes, la capital de Austria rezuma aún el apogeo cultural y artístico vivido en los siglos XVIII y XIX. A diferencia de Berlín, destruido por los bombardeos en la Segunda Guerra Mundial, su casco histórico pervive casi intacto. Y pasear por él a principios del siglo XXI es tanto como recibir una lección de historia, donde se mezclan el gusto francés, el poderío alemán y la originalidad húngara. Todo ello con seguridad y limpieza.
El centro conserva aún su trazado medieval, en el que una multitud de calles estrechas confluyen en la plaza vieja (Stephansplatz) en donde se encuentra la gran catedral (Stephansdom) con su imponente torre de 137 metros de altura. La plaza es un auténtico termómetro de la ciudad y donde se mezclan vieneses y turistas a todas horas del día y de la noche. Así lo pudieron comprobar los miles de aficionados españoles que se pasearon por ella el día de la final de la Eurocopa de fútbol, en la que la ciudad se vistió de gala, una vez más.
La plaza vieja de San Esteban es también una brújula que sirve de punto de referencia para trasladarse al resto de los barrios (cuenta con 23 distritos). Pasear por esas calles es obligado. Siempre habrá un establecimiento donde tomar plácidamente un café y escuchar música de cámara, un restaurante donde disfrutar de la variada gastronomía o un edificio que visitar, como la Figarohaus, donde Mozart vivió y escribió algunas de sus obras maestras. Debajo de la catedral hay unas catacumbas, que se pueden visitar, donde reposan millones de huesos de los afectados por las diferentes pandemias de peste que asolaron la capital.
Pero, si el visitante lo que desea es pasear por la Viena imperial, su destino es el Hofburg, distrito anexo, situado a pocos metros. Posee decenas de palacios y casas singulares, hoy convertidos en edificios oficiales de la Presidencia austriaca, embajadas, galerías de arte y bibliotecas que se conjugan con museos y tiendas. La majestuosidad de los Habsburgo alcanza su máximo esplendor en el palacio imperial (Reichkanzleitrakt) donde se encuentran los aposentos del emperador Francisco José y su esposa Isabel (Sissi), además de las joyas de la Corona del Sacro Imperio Romano. Son visitables, asimismo, los apartamentos del zar Alejandro I utilizados durante los meses del Congreso de Viena, en el que se repartió de nuevo Europa.
Destacable es también la Capilla Imperial, cuya fama obedece a que cada domingo y festivos actúan a las 9.15 h los niños cantores de Viena. Lo hacen desde 1498, con misa incluida. Si se les quiere oír, es necesario reserva con dos días de antelación. Sólo dan dos entradas por persona. Quienes deseen un nuevo baño de realeza pueden visitar también la residencia de verano de la familia real (palacio Schönbrunn) o el de Belvedere, situado en una colina.
El Teatro de la âpera y sus alrededores sigue siendo el corazón de la vida cultural vienesa. Inaugurado en 1869 con Don Giovani, de Mozart, posee una gran escalinata y vestíbulo. Frente a este edificio aparece la pastelería original de la famosa tarta Sacher. Cualquiera de sus pasteles de chocolate son imposibles de olvidar.
Próximo a la ópera se encuentra también el imponente edificio de la Universidad de Viena fundada en 1365 en el reinado de Rodolfo IV como escuela de los jesuitas. Entre los museos destaca el Albertina, sito en la plaza del mismo nombre. Contiene obras de artistas inmortales como Da Vinci, Klimt, Renoir o Manet. La Plaza de los Héroes es otra de las zonas emblemáticas del distrito. Se trata de un foro romano en forma de semicírculo, con dos majestuosas estatuas ecuestres, mandado construir por el emperador Francisco José. Desde esta plaza, el führer Adolf Hitler anunció en 1938 la anexión de Austria por Alemania. Ahora, en primavera y verano, se llena de turistas y estudiantes en busca de reposo y tertulia en su bien cuidado césped. Pero, si lo que se busca es precisamente relax, buena idea es desplazarse al Prater, una zona boscosa entre el Danubio y su canal que cuenta con un parque de atracciones. En él se encuentra la enorme y famosa noria Ferris, construida en 1896, en la que se rodaron escenas de El tercer hombre y desde la que se pueden disfrutar de vistas privilegiadas.
La vida de la capital es muy variada. El vienés está abierto al turista, especialmente si procede de países latinos. La ribera del Danubio está llena de terrazas y bares donde el pop y el rock se mezclan con ritmos latinos. Bailar salsa o merengue se cotiza en Viena, al igual que la música clásica. Están de moda también las copas en las terrazas de edificios emblemáticos del centro. Y es que un cóctel de madrugada con la ciudad a los pies y el Danubio en frente es el mejor final de una noche en la ópera.
Guía práctica
Cuándo y cómo irLa mejor temporada es la primavera y el verano. Las calles y los parques se llenan de pequeñas orquestas y se pueden organizar paseos por el Danubio. A Viena se puede ir en vuelo directo. Swiss Air tiene los más variados horarios. También se accede con Iberia, Austrian Airlines o Clickair (bajo coste). Dependiendo de la temporada los billetes de turista oscilan entre los 100 y 400 euros.Dormir y comerAlto presupuesto El hotel Ambassador (Neuer Markt 5, A-1015), de cinco estrellas, suma a su situación envidiable (Hofburg) una fachada del siglo XIX propia de la realeza.En el distrito de Stephansdom, también céntrico, se encuentra el Vienna Marriott, para quienes quieren unir clasicismo y modernidad. Quien prefiera residir frente a la ópera, el hotel Sacher (Philarmonikerstrasse 4, A-1010). Frecuentado por gente acomodada.En cuanto a restaurantes, los hay deliciosos, con precios astronómicos, eso sí. Buen ejemplo es el Drei Husaren (Weihburggasse 4), en el centro, o el restaurante del palacio Schwarzenberg (Schwarxenbergplatz 9).Presupuesto medio El hotel Kaiserin Elisabeth (Weihburggasse 3, A-1010), construido en el siglo XIV, ofrece elegancia y tranquilidad. Alojó en sus días a músicos como Wagner.Para el que prefiera ir en familia, es recomendable el Garthenhotel Glanzing (Glanzinggasse 23, A-1190). Situado a las afueras de la capital, pero con buenas vistas y buena conexión con el transporte público.Para comer, una propuesta interesante es el restaurante giratorio de la Torre del Danubio (Alte Donau). Desde su plataforma se contemplan unas vistas magníficas de la ciudad y de los bosques anexos. Se puede degustar una buena oferta de platos vieneses, incluido su escalope.Bajo presupuesto En Viena casi todo es caro. Afortunadamente, el euro ha acercado mucho los precios medios con ciudades como Madrid y Barcelona, y todavía se pueden encontrar pensiones con una buena relación calidad precio. En pleno distrito Stephansdom se encuentra la pensión Am Operneck (Kärntner Strarsse 47, A-1010), si no se busca elegancia, un buen plan para dormir tranquilo y muy bien situado.Si se dispone de muy poco presupuesto, es recomendable la pensión Wild Lange (Gasse 10, A-1080). Bien situada también, en la zona de Joseftadt, pero en la que es necesario compartir servicios.En cualquier café se dispone de platos combinados que se pueden acompañar de dulces vieneses (Konditorein).En cafés, pastelerías y teatros reina una belleza difícil de olvidar