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CincoSentidos

Barcelona sigue enamorando

Unos dicen que se ha vuelto provinciana, otros alaban su cosmopolitismo. Sea como sea, algo tendrá la capital catalana cuando cada año atrae a siete millones de viajeros.

Barcelona sigue enamorando
Barcelona sigue enamorando

Cantaba Serrat que Barcelona tiene mil caras. Parece un tópico y un recurso manido, pero en el caso de Barcelona es muy cierto. Y siempre ha sido así. En los 70, el mito habla de esa Barcelona hedonista de la Gauche Divine que se reunía, al estilo francés, en la boite Boccaccio, y luego, por la mañana, se tornaba concienciada e invadía la calle al grito de llibertat, amnistia y Estatut d'Autonomia. Está la Barcelona de antes de los Juegos, de la que apenas queda nada. La del barrio chino, la industrial, la que vio nacer a los primeros yuppies y que vivía de espaldas al mar. Luego vinieron los Juegos Olímpicos que para bien (o para mal) lo cambiaron todo. Barcelona se emborrachó de diseño y posmodernismo. ¿Trabajas o diseñas?, era el chiste malo de moda.

Tras el 92, Barcelona parecía una chica adolescente que cada mañana corría a mirarse al espejo para constatar que era la más guapa del baile. Pero de eso hace ya mucho tiempo; la ciudad ha entrado en el siglo XXI desorientada y mira de reojo y con desasosiego el ímpetu y energía juvenil de Madrid.

Y, sin embargo, los viajeros suelen coincidir en algo: a pesar de los pesares, Barcelona vale la pena y sigue enamorando al visitante, no en vano cada año la visitan más de siete millones de personas. Para el turista, empezar en Barcelona es fácil. Hay que situarse en la Plaza Cataluña. Hacia el mar y a la derecha están las Ramblas, la calle más emblemática y viva de la ciudad.

En la misma dirección y a la izquierda, el barrio Gótico, que esconde los vestigios de la Barcelona románica. De espaldas al mar, hacía la montaña, Paseo de Gracia, zona noble y comercial, que cruza la Diagonal y Gran Vía, las dos principales arterías de la ciudad. Paseo de Gracia desemboca en el aún autentico barrio de Gracia. Empecemos por las Ramblas. Dice la tradición, que aunque uno sea del Español o del Madrid, debe pararse al principio, en la fuente de Canaletas -lugar de encuentro de la hinchada culé- y beber en su fuente.

Ramblas abajo, a media altura, a la derecha, está el mejor mercado de Barcelona y quizás de España, la Boquería. Nada más entrar en él, a mano derecha hay una un pequeño bar, se trata del Pinotxo. Por su apariencia nadie diría que allí se cocinan las mejores tapas de la ciudad. No lo dice cualquiera, lo afirman Ferran Adrià o Arzak, entre otros. Su propietario, Juanito, es de los pocos que aún sabe que una cosa es ser camarero y, otra, transportista de platos.

A la derecha de las Ramblas, estaba el barrio chino, que con los Juegos se remodeló y se convirtió en el Raval, la zona más multiétnica. Son callejones estrechos, que se salvaron del Plan Cerdà, el arquitecto que en el XIX diseñó Barcelona con geometría alemana. Por esta zona se pueden seguir los pasos de Pepe Carvalho, el detective privado creado por Manuel Vázquez Montalbán. El recorrido termina siempre en el restaurante Casa Leopoldo. Cuentan que si al entrar uno dice, 'vengo de parte de Pepe Carvalho, póngame lo que quiera', disfrutará de un trato preferente.

Ya casi al final de las Ramblas, también a mano derecha, vive el Liceo, uno de los teatros de Europa donde más se aprecia y se sabe de ópera. Representa uno, entre los muchos signos, de la que fue la pujante burguesía barcelonesa. Barcelona, a diferencia de Madrid o París, no es capital de Estado y eso se nota. La burguesía en el XIX suplió al Estado. Levantó el Gran Teatro del Liceo, el Palacio de la Música -una auténtica maravilla del modernismo-, el Parque Güell, en el norte de la ciudad, que debe su nombre a la adinerada familia que encargó a Gaudí su construcción, o la catedral de la Sagrada Familia. Se dice que Barcelona es una ciudad burguesa y, quizás por ello, en ninguna otra urbe caló el anarquismo como en ella. Gaudí, arquitecto hoy celebrado y que murió, pobre y harapiento, bajo las ruedas de un tranvía, es el culpable de que cientos de japoneses acudan parapetados tras su nikon a conocer las maravillas modernistas de la ciudad.

El Parque Güell pertenece al barrio de Gracia. Allí, entre sus callejuelas, aún es posible encontrar un zapatero remendón o ir a la bodega a comprar vino a granel. Los viejos comercios armonizan con los nuevos restaurantes, la mayoría libaneses, que se han ubicado en el barrio. Gracia es una zona llena de plazuelas, donde los viejos toman el sol por la mañana y los jóvenes organizan botellones por la noche.

En una de esas calles nació El Pescaílla, que en España se conoce como el que fue marido de Lola Flores. En cambio, en Gracia, Lola Flores fue la mujer de el Pescaílla, padre de la rumba catalana, música hermana de la habanera e hija de un cubano y un gitano, según definición de el Gato Pérez. Gracia es a la Rumba lo que Triana al flamenco.

Aunque el barrio más de moda es el Borne, allí se ubican las tiendas que se autodenominan fashion y los restaurantes más chic. Afortunadamente, el Borne está cerca de la Barceloneta, tan sólo hay que cruzar las Ramblas, para encontrar un barrio que conserva cierto gusto marinero y que se resiste, con poca fortuna, a ser engullido por esa nueva Barcelona moderna. Aun así, la Barceloneta sigue guardando cierto aroma de barrio de pescadores y en él se encuentran pequeños restaurantes que cada día ofrecen pescado recién salido del Mediterráneo.

Fuera ya de la zona céntrica, vale la pena subir a la mágica montaña de Montjuïc, donde se levanta el Pueblo Español, un espacio de 23.000 metros cuadrados con construcciones dispares que imitan las distintas corrientes arquitectónicas de la península. Su construcción fue impulsada por Primo de Rivera durante la exposición de 1929, según dicen para impregnar de españolidad a la Barcelona catalanista. Por ello, durante algún tiempo fue un lugar anatematizado. Hoy, el Pueblo Español, rebosa de vida con tiendas, pequeños comercios de artesanos, bares, discotecas, terrazas y con una intensa actividad cultural, sobre todo de teatro y música.

Como a la mayoría de ciudades del Mediterráneo, a Barcelona le sienta mejor la primavera y el verano que el invierno. Además, en poco más de un mes, celebrará su fiesta mayor, La Mercè. Así que, en estos días, parece un buen momento para escapar a esa ciudad donde -otra vez el Gato Pérez- 'quedan comerciantes y soñadores que aún se enamoran'.

Guía práctica

DâNDE DORMIRBarcelona tiene una amplia y variada oferta hotelera, pero es muy recomendable reservar antes de acudir. En la medida en que es una ciudad relativamente pequeña y que invita a andar, es preferible encontrar alojamiento en uno de los muchos hoteles céntricos.Dentro de la gama más económica, la cadena hotelera Catalonia cuenta con 19 hoteles en la ciudad que pueden costar entre 50 y 100 euros una noche. Otra opción apetecible y lujosa es el Hotel Arts, una torre de 40 plantas en el Puerto Olímpico, frente al mar.DâNDE COMERLa oferta gastronómica barcelonesa es, quizás, de lo mejor que tiene la ciudad. La cocina hecha en Cataluña ha alcanzado con Ferran Adrià, Santi Santamaría o Carme Ruscalleda (entre los tres, nueve estrellas Michelín) las más altas cotas y esto se nota en la ciudad condal. Algunas propuestas:Ca L'Isidre: Situado en el barrio del Raval, su propietario Isidre Gironès ha creado un restaurante tradicional con algunos delicados toques contemporáneos. Su cocina se nutre del mercado de La Boquería, a tiro de piedra del restaurante. Así, la carta varía dependiendo de los productos de temporada. Ca L'Isidre ofrece un trato excelente como ya saben Woody Allen o el Rey Don Juan Carlos, que figuran entres sus clientes. (Les Flors, 12. 934 411 139)Drolma: El cocinero Fermí Puig lleva con sabiduría el restaurante del Hotel Majestic, el Drolma. Situado en el Paseo de Gracia, el Drolma se ha convertido en un restaurante imprescindible de Barcelona. (Paseo de Gracia, 68. 934 881 717).Via Veneto: Histórico y elegante restaurante barcelonés dirigido por la familia Monje. Entre sus clientes siempre se encuentran políticos, escritores y artistas que aprecian este lugar con 41 años de historia. (Ganduxer, 10. 932 007 244)DE COMPRASLa zona comercial por excelencia es el Paseo de Gracia. Allí se encuentran desde H&M o Zara hasta Antonio Miró o Louis Vuitton.

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