Medio siglo de "mi máma me mima"
Los cuadernillos Rubio han enseñado caligrafía amuchas generaciones de españoles; hoy, siguen siendo líderes.
Seguramente, al ver la foto de los históricos Cuadernillos Rubio, con sus ásperas tapas verdes o amarillas, dependiendo de si eran de caligrafía o de matemáticas, al lector le habrá asaltado un sentimiento de nostalgia. Un efecto Cuéntame fruto de las muchas generaciones que han aprendido a escribir con buena letra o a hacer cálculos con muchas cifras con la ayuda de estos cuadernos. Hoy, medio siglo después de su creación, los cuadernillos Rubio, con un aspecto más moderno, renovados, más atractivos para las nuevas generaciones, pero prácticamente con los mismos contenidos fundamentales, siguen ayudando a aprender a muchos niños y niñas. Pese a la competencia, esta pequeña empresa valenciana -más que una empresa, una familia y, ahora, una persona- sigue liderando este segmento tan concreto de la edición de textos docentes.
Enrique Rubio es el actual propietario de la compañía. En realidad, él es la compañía, ya que lo que empezó como Ediciones Técnicas Rubio hoy ya no es una sociedad. Rubio, hijo del fundador, es, como persona jurídica, el editor. En otras palabras, un autónomo que tiene a unas diez personas empleadas, que son las que se encargan del día a día de la empresa. Una empresa, por tanto, pequeña, que factura 1,2 millones de euros, y que cuenta con 66 productos distintos -escritura, operaciones y problemas, preescolar y matemáticas avanzadas-, de los que vende unos cuatro millones de cuadernillos al año.
La historia de Cuadernillos Rubio tiene un arranque casi de película de Frank Capra. A mediados de los cincuenta, Ramón Rubio, profesor de Mercantil, creó una academia de estudios para ofrecer formación contable y de cálculo. El objetivo era preparar a los jóvenes para entrar fundamentalmente en la banca. La falta de soporte didáctico llevó a Rubio a crear unas fichas para sus alumnos que, años más tarde, convirtió en unos cuadernos. Su intención era que esas publicaciones llegaran a los colegios, pero se encontró con la reticencia de los profesores.
Rubio optó entonces por usar el canal de las papelerías y las librerías para venderlos. Buscó un distribuidor para que ejerciera de comercial y empezó a colocar, poco a poco, el producto. Todo parecía encarrilado, cuando el distribuidor desapareció, dejándole una deuda de 200.000 pesetas de las de 1960. Ramón Rubio, desesperado, estaba a punto de cerrar el negocio cuando, de repente, empezaron a llegarle pedidos directamente de las papelerías. Como no encontraban al distribuidor, habían optado por ir directamente al editor. Así, Rubio se dio cuenta de la demanda real que tenían sus productos. Las ventas llegaron a alcanzar los 10 millones de cuadernillos al año.
'Poco han cambiado los cuadernos en su interior, aunque, como es lógico, en las frases de los cuadernos de ortografía, se ha introducido la cultura de ahorro energético o de la igualdad', explica Enrique Rubio. Siendo él ya el propietario de la empresa fue cuando se emprendió el cambio, con la ayuda de un equipo pedagógico, compuesto por psicólogos, pedagogos y maestros. Aunque la frase 'Mi mamá me mima' sigue estando en los cuadernillos, otras como 'Fui feliz al dejar de fumar' o 'La energía eólica no contamina' se han incorporado.
Rubio ha realizado su salto a la secundaria con unos nuevos cuadernillos preparativos de matemáticas para niños de 12 y 13 años. De igual manera, estudia la fórmula para comercializar sus productos a través de internet, un espacio que ya ha probado la compañía con pruebas online muy similares a los tan de moda brain training. 'El futuro pasa por mantener la calidad de nuestros productos y potenciar la marca, ya que es nuestro principal valor. Alguien que ha pasado horas ante un cuadernillo Rubio de pequeño, al verlo, lo va a pedir para sus hijos', dice Rubio.
Datos básicos
TrazosEn 1956 salió el primer cuadernillo Rubio. Desde los primeros trazos hasta la escritura continua -vertical o inclinada-, y desde las operaciones más sencillas a las multiplicaciones con decimales y los problemas, los cuadernillos, verdes o amarillos, eran parte del trabajo escolar. En su auge, la compañía llegó a vender 10 millones de cuadernillos al año. Los únicos cambios actuales en su contenido son la supresión de las mayúsculas góticas y algunas frases.OperacionesLa empresa fue creada por Ramón Rubio, que falleció hace cinco años. Su hijo Enrique tomó las riendas de la compañía y la ha modernizado. Con una pequeña vacilación inicial en su cambio de cara, ahora Rubio ha recuperado algunas de sus señas de identidad, como los colores verde y amarillo en las tapas de los cuadernos, y el logotipo de la mano que coge correctamente el lápiz, que aparecía en la parte trasera de los viejos librillos.EvoluciónLlegar a otros mercados, como la preparación para la secundaria, y establecer nuevas líneas de comercialización a través de internet, son los principales proyectos de futuro de Rubio. La empresa no ha probado suerte en Latinoamérica, ya que considera que eso le obligaría a revisar parte de los contenidos de los cuadernos de escritura por las diferencias de habla.
"La marca está más en boga que hace tres años"
Enrique Rubio ha tenido que emplearse a fondo para evitar que las grandes editoriales se hicieran con todo el mercado. Los libros de vacaciones, por ejemplo, han sido los ejes para las grandes marcas, apoyadas en campañas de publicidad. Acabar arrastrado por ellas era una posibilidad que había que evitar. 'Teníamos que decirle al mercado que seguíamos existiendo y que seguimos vendiendo bastante', explica.Lo cierto es que, una vez pasado este periodo de relanzamiento -pese a que nunca se ha dejado de estar presente en el mercado, la empresa reconoce que ha sido necesario hacer campañas de publicidad, así como la contratación de una agencia de imagen para evitar caer en el olvido- 'se ha notado un aumento de la demanda importante', explica Rubio. Además, ha conseguido recolocar la marca Rubio con el referente del pasado, pero actualizándola. Es un dato importante, porque los prescriptores, al margen de los maestros, son los propios padres de los niños. Que reconozcan la marca, la misma que ellos utilizaron cuando eran pequeños, es importante a la hora de las ventas.'La marca está más en boga ahora que hace tres años', afirma Rubio. Con medio siglo a sus espaldas, es un éxito.
Diversificar la marca en segmentos próximos
Es una única experiencia sin continuidad, pero Rubio ha realizado una exploración para diversificar la marca más allá de los cuadernillos. El mundo infantil puede ser un segmento de negocio a estudiar para una marca que aún está en el subconsciente de muchos padres y que, bien trabajada, puede estarlo en el futuro de los niños actuales.En este sentido se enmarca la experiencia de crear una línea de ropa infantil de alta gama bajo la marca Rubio Kids. Los diseños son de Hortensia Maeso y llevan ya varias temporadas en el mercado con un éxito suficiente como para pensar que es una línea de actividad interesante para el futuro, aunque de momento no hay más proyectos en este sentido.Por lo que sí ha apostado fuerte la compañía es por la acción social, con colaboraciones con organizaciones no gubernamentales para el desarrollo.