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Tribuna
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¿Afecta una tragedia aérea a las Bolsas?

Inevitablemente, una tragedia aérea de la magnitud de la acontecida el pasado miércoles en el aeropuerto de Barajas repercute sobre la cotización de la compañía directamente involucrada. Y en algunos casos, también arrastra a las compañías de todo el sector aéreo. Los mercados financieros, en los que la psicología y los sentimientos de los inversores juegan un papel determinante en la toma de decisiones, no se pueden mantener al margen de un accidente que acabó con la vida de más de 150 personas.

Históricamente, las acciones de las compañías aéreas que se han visto envueltas en accidentes similares se han visto penalizadas en el corto plazo. Inmediatamente después de un accidente, se produce una ineludible pérdida de confianza en la compañía, que hace que los viajeros sean reacios a volar con la aerolínea afectada durante los meses siguientes a la tragedia. Aunque es complicado discernir entre la especulación y las decisiones más fundamentadas, lo cierto es que las ventas podrían deberse a que los inversores descuentan un peor comportamiento de los ingresos de la aerolínea durante los meses posteriores a la catástrofe.

En algunos casos -como les ocurrió a la Pan American World Airways o a la TWA después de los accidentes que padecieron en 1988 y 1996, respectivamente- estos acontecimientos agravan una complicada situación financiera anterior a los hechos, y las empresas no llegan a recuperarse nunca.

En un primer momento, los títulos de la sociedad matriz de Spanair, la escandinava SAS, corrigieron bruscamente en Bolsa tras conocerse la noticia, hasta acabar registrando un retroceso de cerca del 6% el miércoles, y de casi un 4% al día siguiente.

Cabe destacar que, en el caso de Spanair, este desgraciado accidente se ha producido en un momento empresarial especialmente complicado para la aerolínea. A la delicada situación financiera en la que está inmersa la compañía, hay que sumar un entorno muy complicado, con unos elevados precios del crudo, una importante competencia a nivel nacional y una contracción de la demanda como consecuencia de la crisis global.

Pese a que el avión, estadísticamente, es actualmente el medio de transporte con menor índice de accidentes, un acontecimiento de esta magnitud puede hacer variar el comportamiento de las personas a corto plazo. Especialmente a nivel local, donde el recuerdo del accidente está más presente en la mente de los ciudadanos. Durante algunos meses, aquellos viajeros que necesiten desplazarse a un lugar donde no sea indispensable el uso del avión, podrían decantarse más fácilmente por otras alternativas.

En el caso actual de España, sería sensato pensar que en los próximos meses habrá gente que prefiera realizar el trayecto en coche o en el AVE para trayectos nacionales, por miedo a que se repita una situación similar. Por este motivo, la aerolínea afectada no sólo debería ver penalizada su cotización bursátil, sino que lo tendría que hacer también, aunque en menor medida, todo el sector aéreo.

Después de la tragedia, las principales compañías del sector aéreo -tanto las europeas como las americanas- también han experimentado retrocesos en sus cotizaciones. No obstante, es muy difícil establecer en qué medida la variación del precio de sus acciones se ha podido ver penalizada por el accidente de Barajas.

En el contexto de elevada incertidumbre que reina en un sector especialmente influenciado por la evolución del precio del crudo y las expectativas sobre el futuro de la economía, todo hace indicar que la repercusión del accidente en el resto del sector, incluido en las constructoras de aviones Boeing y EADS, ha sido más bien escasa.

En una situación de mercado más estable que la actual, los descensos pronunciados en la cotización de las compañías del sector podrían verse como una oportunidad de entrar en el valor a precios baratos, ya que una vez normalizada la situación deberían recuperar los niveles de cotización previos a la tragedia.

En estos momentos, por el contrario, parece que la evolución de las compañías aéreas va a seguir muy relacionada, a corto y medio plazo, a las variables anteriormente comentadas. Por ello, el lamentable accidente del vuelo de Spanair JK-5022 podría acabar pasando factura únicamente a la cotización de su propietaria: la sueca SAS.

Ignacio Catalán Capdevila. Analista de General de Valores y Cambios (GVC)

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