El petróleo reduce la presión

Ni la guerra abierta entre Rusia y Georgia ha puesto freno a la fuerte reducción del precio del petróleo, que ha bajado 35 dólares en cuarenta días (de 146 a 111). Los expertos justifican este desplome en un debilitamiento de la economía a nivel mundial y, por consiguiente, a un menor crecimiento de las necesidades de crudo. No obstante, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) anunció ayer que la demanda para 2009 crecerá 930.000 barriles diarios (algo más del 1%), por encima de lo previsto hace unas semanas. Aunque también vaticina un aumento de la oferta que satisfará estas necesidades.

Pero la debilidad económica no es la única causa de la bajada de la demanda. Los altos precios pagados durante estos últimos meses, en los que estaba implícito un nada despreciable componente especulativo, han provocado que mucha gente haya controlado su consumo. El mercado apuesta -y los consumidores demandan- que se desanden las fuertes subidas padecidas desde principios de año en los carburantes. Sólo cuando las bajadas de precios pasen de las pantallas de los mercados de futuros a las de las estaciones de servicio, el rally bajista del crudo aportará un respiro a la economía mundial y a la española.

Pero la previsible reducción del IPC gracias a la menor presión de la energía no debe provocar la complacencia ni en el Gobierno ni en los agentes económicos. Ni en materia de crecimiento ni en materia de inflación. España mantiene un diferencial crónico en el índice de precios con respecto a las economías europeas más pujantes que cada año resta un punto de competitividad a las empresas españolas. Eliminar ese lastre debe ser tan primordial para el Gobierno como incentivar el maltrecho crecimiento. Debe seguir buscando un modelo energético más barato y seguro que el actual, pero debe poner el foco antiinflacionista en los componentes no energéticos, que siguen dañando de forma subyacente la capacidad económica del país.