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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una alternativa a la construcción

Los expertos consideran que lo peor del ajuste en la construcción está por llegar. La Seguridad Social contabiliza ahora 2,2 millones afiliadas en esta actividad, 300.000 menos que hace un año, y el número de parados ha crecido en 180.000 en 13 meses. Pero irá a más. Los temores se basan en que las viviendas iniciadas han caído bruscamente y los trabajadores empleados en las promociones que van concluyendo no encuentran obras de repuesto. Teniendo en cuenta que hasta mayo del pasado año el ritmo de viviendas iniciadas era todavía muy fuerte y que la duración media de una promoción es de 18 a 24 meses, aún quedan muchos pisos en construcción y de entrega en los próximos meses. Así pues, todo apunta, según los especialistas del mercado inmobiliario, a que una parte significativa de la fuerza empleada en la construcción residencial prodría verse abocada al desempleo en el próximo semestre.

Tal circunstancia daría una dimensión social a la crisis de la construcción que tardaría varios años en resolverse. A la brusca caída de las viviendas iniciadas (en mayo sólo se han contabilizado 23.000 casas, frente a cerca de cien mil registradas en algunos meses de 2006 y 2007), hay que sumar las dificultades para vender el millón largo de viviendas terminadas. Una de las fórmulas empleadas, aunque todavía con timidez por la resistencia de los promotores tras pagar muy caro el suelo, es bajar el precio. Otra fórmula es desviar una parte hacia el alquiler, a sabiendas de que tardará en dar resultados, ya que la demanda en España -condicionada por la inseguridad jurídica del propietario y la tendencia cultural a la propiedad- es limitada.

Todo ello hace presagiar que la crisis de la construcción será prolongada. La edificación de vivienda protegida y las ayudas a la rehabilitación no serán suficientes para compensar la fuerte pérdida de empleo que la entrega masiva de casas producirá en los próximos meses. Tampoco el empujón a las infraestructuras anunciado como medida de choque podrá absorber esta sangría, pues la construcción civil es menos intensiva en mano de obra que la residencial. Trabajo ha puesto en marcha un plan de recualificación de desempleados para buscarle acomodo en otras actividades, previendo que la pérdida de ocupación en la construcción era inevitable. Pero el revelo productivo de otros sectores no está nada claro, sobre todo tras observar que hasta la industria, actividad en la que se habían depositado esperanzas, ha entrado en recesión.

El estabilizador presupuestario de la protección por desempleo está en marcha porque lo garantiza la ley. Si la presión sobre el gasto público fuese tal que pusiese en peligro el techo de gasto, el Gobierno debería identificar las partidas a recortar para garantizar la protección por desempleo. Pero sobre todo debe ir pensando en contar cuanto antes con un modelo económico menos dependiente de una actividad tan intensiva en empleo, pero con tan poco recorrido productivo, como la construcción residencial. Este tipo de planteamientos ya se hicieron en los noventa, y tuvo que volver la avalancha de compras inmobiliarias para disparar la actividad. Eso si: con el inestimable estímulo financiero del euro y el BCE, y el fiscal de los sucesivos gobiernos de España.

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