El pragmatismo de Iberia
Iberia derrocha pragmatismo. Ante un annus horribilis para el sector por el precio del petróleo, la aérea española no se ha quedado de brazos cruzados. Si en julio sorprendió al mercado al desvelar la compra del 10% de British Airways que le permitía intentar una fusión entre iguales con la británica, ayer anunció un recorte de actividad para hacer frente a los costes energéticos. En otoño su oferta se reducirá el 5,4%. Es una decisión lógica si se tiene en cuenta que su resultado ha caído más del 70% por el crudo. En el segundo trimestre obtuvo sólo 20 millones de beneficios, pero es mejor de lo esperado para una empresa con una estructura de costes poco flexible.
La reducción de capacidad no es una medida novedosa, pues la han adoptado la mayoría de las compañías aéreas. Aunque Iberia no ha concretado cómo se producirá, podría suprimir rutas poco rentables y sustituir las aeronaves más viejas o de más consumo. En el fondo se trata de una racionalización de la flota y de la oferta. De hecho, Iberia ya lo viene haciendo, y la supresión de rutas le ha supuesto fuertes críticas desde algunas regiones, en especial Cataluña. Pero desde el punto de vista empresarial es una decisión incontestable por la fuerte competencia del AVE.
Fernando Conte, su presidente, aprovechó la presentación de resultados para confirmar que British Airways se sumará a la alianza de Iberia y American Airlines para operar vuelos conjuntamente en América del Norte. Es otro síntoma de racionalización, en línea con la concentración que vive el sector y en el que la compañía española ha sabido jugar bien sus cartas. La reducción del petróleo, que ayer cotizó a 118 dólares, abre un respiro al sector. La Bolsa así lo apreció, y a pesar de los malos resultados semestrales de todas las aerolíneas, el sector se reanimó. La cotización de Iberia subió más del 8%, aunque en el movimiento puede haber reajustes intencionados de cara al canje con British.