Liubliana
Liubliana, la capital eslovena, es un apacible rincón con gran calidad de vida en un entorno privilegiado.
Aunque Eslovenia ha entrado este año en la zona euro, y a pesar de que la frontera eslovena está de la española a la misma distancia (1.200 kilómetros) que separa Gerona de Huelva, este hermoso paraje alpino sigue siendo un gran desconocido para la mayoría de los viajeros españoles. Su capital, Liubliana, a la que algunos califican como La Pequeña Praga, acapara en su zona metropolitana casi el 20% de la población del país y supone una visita apacible pero llena de sorpresas.
La leyenda dice que fue fundada por el héroe griego Jasón, que derrotó en el cruce entre los ríos Sava y Ljubljanica a un dragón que se convirtió en símbolo del lugar. Hoy, hermosos dragones de verdor desgastado presiden los puentes que unen la ciudad: la tradición dice que agitan sus colas cuando pasa a su lado una doncella, pero no hay noticia de movimientos recientes.
El Ljubljanica es el mejor elemento para orientarse en el centro de la ciudad, de un encantador provincianismo austrohúngaro. Tejados oscuros, balcones floridos y plazoletas adoquinadas subrayan la condición alpina del país, en contraste con su pasado reciente, el de eje económico del norte de la antigua Yugoslavia. La guerra de independencia fue aquí casi una anécdota, apenas un par de semanas de escaramuzas policiales, y Eslovenia desde entonces se ha caracterizado incluso por tender la mano a Serbia, como en la presidencia europea que ocupó el pasado semestre.
Sobre el río cruza uno de los símbolos de la ciudad, el puente de los Tres Brazos. A un lado queda el Mercado de las Pulgas, pleno de aromas; al otro, la plaza dedicada al poeta romántico France Preseren, autor del Brindis (Zdravljica) que da letra al himno nacional. Según la leyenda, la estatua de Preseren mira hacia la ventana tras la que dormía su amor imposible, Julija Primic; en su momento, el inmueble fue luego ocupado por un burdel conocido como La bella Julija.
El puente es la primera de las muchas obras notables que construyó en la ciudad otro de sus hijos predilectos, el Gaudí esloveno, Joze Plecnik. Durante la primera mitad del siglo XX, Plecnik se embarcó en la singular tarea de convertir a Liubliana en una Atenas contemporánea, en la que brillaría el genio y la creatividad de la -entonces nonata- nación eslovena. Cada uno de los edificios que diseñó para su ciudad remedaba el de la capital helena: resultan especialmente gratas las visitas al cementerio de Zale y a la Plaza del Congreso.
También participó Plecnik en algunas las reformas del castillo que domina la ciudad, reconstruido tras los sucesivos terremotos sufridos en 1511 y 1895. Edificado por primera vez en 1144, sus vistas de Liubliana palidecen ante la formidable mole de los Alpes Julianos, que domina el paisaje desde el norte y resplandece en los días claros.
El otro testimonio más interesante del milenario pasado de la ciudad se encuentra en los restos de la muralla de la antigua Emona, el asentamiento romano precursor de la ciudad actual, que fuera arrasado por Atila.
Al margen de monumentos concretos, Liubliana es sobre todo una ciudad paseable. La orilla del río está repleta de tranquilas terrazas durante el estío, formando una estampa romántica después del anochecer; los mercados son bulliciosos y apetecibles, y los parques -en particular el Tívoli- reproducen en talla modesta la frondosidad de los bosques cercanos. Los eslovenos, aunque todavía poco acostumbrados al turismo, son hospitalarios y se disponen gustosos a narrar historias de su tierra.
Buena parte de las mayores bellezas naturales eslovenas se encuentran a menos de 60 kilómetros de la capital. El lago de Bled, entre los más hermosos de Europa, es el destino más popular. Coronado por un castillo del siglo XI desde el que se disfruta una impresionante panorámica, es fácilmente reconocible por la isla que anida en su centro, rodeada de cisnes. Es posible llegar a ella mediante una suerte de góndolas en las que el remero impulsa el agua desde popa, y que son manejadas desde hace cientos de años por miembros de una misma familia.
En dirección opuesta a los Alpes, hacia el sur, se encuentra la región del Kras, famosa por contar con una red de cuevas única en el mundo. Las de Postojna son oficialmente las más extensas del planeta, y la pequeña parte que puede visitarse -incluyendo una sala de conciertos natural, en desuso para evitar derrumbamientos- supone un muestrario más que deslumbrante de su grandeza. Algo menos abarrotadas de visitantes, las cuevas de Skocjan resultan más inquietantes, un auténtico viaje al centro de la Tierra.
Cerca de Postojna se encuentra también el sorprendente castillo de Predjama. Con sus cimientos excavados en la roca, se abre también sobre otra cueva, y alberga en verano justas medievales no de exhibición, sino competitivas. Esta región de porosa piedra caliza -que dio nombre al tipo de suelo que geológicamente se conoce como karst- produce algunos vinos blancos con la singular propiedad de envejecer como tintos.
Guía práctica
Cómo irNo hay vuelos directos desde España hasta la capital eslovena. El enlace más habitual es vía Múnich, a través de Lufthansa. Otras opciones son viajar a Venecia (250 kilómetros) o Zagreb (150 kilómetros), y hacer el resto del camino por carretera o tren.Dormir y comerHotel Celica Elegido en 2005 por Lonely Planet como el más cool del mundo. Se trata de la antigua prisión de la ciudad, que reformó 20 celdas según los diseños de 20 creadores diferentes. Sus precios, con todo, no son altos. Metekova 8, tel. (00) 386 1 230 97 00.Grand Hotel Union Elegancia art-noveau al viejo estilo austrohúngaro en el mismo centro de la ciudad, muy cerca del puente triple. Miklosiceva, 1, tel. (00) 38 61 308 12 70.Hotel Vila La antigua residencia de verano del mariscal Tito en el lago de Bled es un lugar apacible, con inmejorables vistas, rodeado de cisnes y con una cocina destacable. También cuenta con balneario. Svobode 26. Tel. (00) 386 4 579 15 00.Gostilna Sestica Combina la cocina tradicional eslovena, que saca partido de la buena calidad del producto -pescado de río, vacuno, verduras...- con algunas novedades importadas, como la fenomenal sopa de setas servida en un tazón de pan, que se devora a la vez. Slovenska 40, tel. (00) 386 1 242 08 55.Vinoteka Bradelko Para comer algunas versiones sencillas pero cuidadas de los platos locales más populares: salchichas, las contundentes pizzas eslovenas o incluso los bureks (una especie de blinis de origen albanés). Dunajska, 18, tel. (00) 38 61 431 50 15.ComprasMercado de las Pulgas Recinto al aire libre tradicional, en el que es posible adquirir artesanía local -sobre todo en madera- y alimentos ecológicos. El regalo más popular son reproducciones de las tablas pintadas que se colocaban en los panales en el siglo XVII, una hermosa manifestación de arte naif.BTC City El centro comercial de toda Eslovenia es un (muy excesivo) testimonio de la entusiasta incorporación de la región al capitalismo. 450 tiendas de todos los tamaños y ramos se reparten en una decena de descomunales naves a las afueras.Vida nocturnaTiffany Liubliana es más de cerveza vespertina que de copas nocturnas, para las que los locales optan por las italianizadas discotecas de la costa. Tiffany es una opción curiosa en la ciudad, por limitarse a la música pop de los Balcanes. Masarykova, 24.