En agosto y a pleno rendimiento
El 'cerrado por vacaciones' es historia. Las empresas cada vez escalonan más las vacaciones de los empleados para poder atender sus negocios internacionales.
No se haga ilusiones. Hoy sufrirá tanto como ayer para encontrar aparcamiento. Es agosto, pero ni se nota. Olvidados quedan aquellos veranos en que la ciudad era un desierto y bares y restaurantes tiraban de persiana hasta abajo por la ausencia de clientes.
Agosto lleva camino de convertirse en un mes más del calendario laboral. Pese a que continúa siendo el preferido para vacacionar, ya no se cierra y las empresas españolas, sumidas en un contexto de actividades internacionales claramente tocadas por la globalización, no se permiten echar el cierre todo un mes. La tendencia es ir a más. Animadas por sus divisiones internacionales, las direcciones de Recursos Humanos planifican calendarios vacacionales fragmentados para atender a clientes extranjeros, encargarse de los negocios internacionales y repartir la carga laboral a lo largo del año. Con todo, agosto aún está lejos de alcanzar la intensidad de otros meses. Incluso de alguno de los considerados vacacionales, como julio. Pese a que la ralentización es notable, por el parón de la Administración pública, las compañías apuestan por incrementar el volumen de negocio y acortar distancias con otras épocas del año.
Y es que colgar el cartel de cerrado por vacaciones se percibe poco profesional. Retenes, guardias o un simple cronograma vacacional. Las fórmulas para nutrir de personal este mes son varias. En función del sector al que se adscribe la compañía, así será de presencial su plantilla en agosto.
La firma de consultoría KPMG deja plena libertad a sus equipos para que distribuyan la carga laboral del año conforme a proyectos y fechas clave. Como tales, no hay guardias ni retenes y el 85% de una plantilla de 2.300 trabajadores disfruta de vacaciones en verano. Sin embargo, la actividad de negocio sigue siendo alta para un mes como agosto -en torno al 50% respecto a un mes a pleno rendimiento- y los profesionales ligados a un proyecto siempre están disponibles. 'Por lo general, son cuestiones que acuerda de manera interna cada equipo', explica Serge Teclesmayer, director de Recursos Humanos de la firma.
Socio director del área de Legal de KPMG , Gonzalo Aranzabal sale hoy de vacaciones. Cogerá 15 días. Es decisión propia porque este mes aún hay operaciones muy vivas y quedan por cubrir los clientes internacionales. Sin embargo, 'las nuevas tecnologías nos permiten mantener un alto grado de conectividad, en el caso de que se den circunstancias extraordinarias, incluso en vacaciones', matiza. 'No se trata de meter horas a destajo, sino de atender el negocio', aclara. Gracias a esos mismos adelantos tecnológicos, los 34.000 empleados de Repsol YPF disfrutan de jornada intensiva en verano. 'No dejamos de estar conectados con el cliente, aunque nos encontremos fuera de la oficina'. Es la percepción de la argentina Patricia Mantel, directora de Desarrollo Directivo de la petrolera, que confiesa que cuando llegó a España hace ocho años no daba crédito del parón en que sumergía al país este mes. 'Hoy es otra cosa', afirma. 'Una empresa con presencia en más de 30 países como la nuestra funciona al ritmo que imponen clientes y filiales', explica.
El peso del negocio internacional del bufete Garrigues no es impedimento para que el grueso de su plantilla (2.500 trabajadores) tome vacaciones en agosto. Para solventar eventualidades, 'cada departamento se organiza de manera autónoma y reparte las vacaciones en función de las estimaciones de trabajo', explica Lourdes Ramos, directora de Recursos Humanos. 'Más que aumento de actividad en agosto, lo que sucede es que se sale menos días', asevera.
'Será que no hay dinero'. Son palabras de un taxista con 32 años de carreras en el guardabarros y un estrago notable por el intenso tráfico de Madrid la pasada semana. 'Recuerdo un 6 de agosto de 1975, a las seis de la tarde por la Castellana', cuenta. 'Con el seiscientos', apunta recreándose en los detalles. 'Ni un alma', agrega. 'Hice el trayecto solo'. Haga la prueba: coja el coche y salga ahora a la calle.
Trabajadores incapaces de desconectar
Las fechas estivales, benditas a juicio de quien bien las entiende, resultan verdaderos periodos de angustia para un cada vez más elevado porcentaje de trabajadores. Pánico, desconsuelo, culpabilidad, zozobra, entre otras, son sensaciones conocidas para parte de este colectivo. Y es que la tendencia actual a fragmentar las vacaciones, a juicio del especialista en psicología del trabajo Iñaki Piñuel, impide desconectar por completo. 'Para terminar de relajarse, el organismo necesita un mínimo de tres semanas continuadas de vacaciones', explica este especialista, pionero en la investigación del síndrome del mobbing y autor de La dimisión interior: del síndrome posvacacional a los riesgos psicosociales en el trabajo (Ediciones Pirámide, 2008). 'En 15 días, uno no termina de relajarse', incide. Y ahí vienen los problemas. 'El síndrome posvacacional, el quemado, los adictos al trabajo', enumera. 'Cronifica el estrés y, a largo plazo, da lugar a a enfermedades derivadas de un desequilibrio entre lo laboral y lo personal'. El trabajador español, antes acostumbrado a disfrutar de todo un mes, ha pasado de padecer 'el síndrome del Rodríguez a ser víctima del síntoma posvacacional', explica.Problemas para conciliar, el creciente papel de lo laboral en la autoestima de las personas, están en el origen de un problema, el de engancharse al trabajo, para el que Piñuel dibuja un tétrico escenario. En el corto plazo, dice, el panorama resulta poco alentador. 'Los trabajos son cada vez más tóxicos, los jefes no entienden de buenas prácticas y, para colmo, está mal visto que abandonemos nuestro puesto más de 15 días'. Piñuel reconoce dificultades para gestionar la vida profesional con el aplomo de un buda cuando el ritmo es desenfrenado para todos 'y encontramos consuelo al comprobar que otros se encuentran en la misma situación que nosotros'. Se trata de una vorágine que no hace excepciones.Al tiempo que realizaba estas declaraciones, Piñuel apuraba dos días libres. 'No puedo permitirme más', se justificaba. En casa del herrero...