La investigación llevada a cabo por el Ejecutivo comunitario puso de relieve que las actividades principales de ambas empresas en el dominio de los productos de confitería (chocolate y chicles) no se solapan. Y aunque las dos compañías operan en el mercado de las golosinas, sus limitadas cuotas de mercado no suscitan ningún tipo de preocupación desde el punto de vista de la competencia.
Bruselas llegó además a la conclusión de que no hay ningún riesgo de que la empresa resultante se aproveche de la posición de fuerza que ostenta actualmente Wringley en el mercado de los chicles para procurarse una "ventaja desleal" respecto a sus rivales bloqueando los mercados de chocolate.