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A fondo

Unión Fenosa, en almoneda, tres años después de la llegada de ACS

No han transcurrido aún tres años (el 23 de septiembre de 2005) desde que el Banco Santander vendiera a ACS su 22% de Unión Fenosa, cuando la tercera eléctrica española vuelve a ser ofrecida en pública subasta. Frente a la operación que ahora se plantea (la constructora desinvertirá el 45,3% que ha acumulado en este tiempo), la de Emilio Botín no desembocó en una opa y los postores eran sobre todo constructores y entidades financieras. Y es que el panorama se ha vuelto muy oscuro para estos sectores.

En aquella ocasión, y a través de distintos consorcios, pujaron Caixanova, Fadesa, Constructora San José, Rafael del Pino o Acciona, amén del dueño de Zara, Amancio Ortega, y la ganadora, ACS. æpermil;sta se llevó la presa por 33 euros la acción (2.219 millones), que equivalen ahora a 11 euros.

Nadie enmarcó aquel proceso, como ocurre ahora, en una supuesta reordenación del sector energético. Un término tan rimbombante como huero, que oculta más bien lo contrario: el desorden permanente del sector, tan palpable en el caso de Endesa.

Gas Natural podría recibir un trato preferente en la puja, pero Fenosa se cederá al mejor postor. ¿Eon?

El reciente fracaso de las negociaciones para formular una opa conjunta con EDF por Iberdrola, en la que ACS tiene un 12,7%; el de otros contactos para promover la fusión de la eléctrica con Gas Natural y los crecientes problemas de los mercados financieros han llevado a los accionistas de la constructora a poner en venta su paquete de Fenosa. La única transacción que le proporcionará una prima de control.

La aventura bicéfala de ACS (y otras constructoras) en el sector eléctrico fue posible en unos años de crédito fácil, donde era más rentable apalancarse que tener capital propio. Fenosa fue considerada desde el principio como el primer peldaño para escalar hasta Iberdrola. De hecho, ACS ha justificado la venta de la joya de su corona como una vía para concentrarse en Iberdrola. Pero ésa es otra historia en la que no todos creen.

Por el momento, hay dos hechos declarados: que ACS quiere vender Unión Fenosa y que negocia para ello con Gas Natural y 'otras compañías' (del ámbito energético) aún sin identificar. æpermil;stas podrían ir pasando por la ventanilla de la CNMV a medida que vayan siendo descubiertas o delatadas. Aunque ninguna tiene formalmente un cuaderno de venta, las interesadas (Eon, entre ellas), están haciendo sus cálculos.

En lo que se refiere a Gas Natural, ya los estaba haciendo incluso el día antes de que ACS revelara a la CNMV su decisión de poner en venta su paquete de Fenosa, el pasado 17 de julio. La eterna opante podría tener en esta ocasión un trato preferente por las buenas relaciones que mantienen sus accionistas (La Caixa y Repsol) y los de ACS. También porque sería la solución políticamente más correcta de todas.

Sin embargo, el vendedor, que quiere llevar el cuaderno de venta hasta el último rincón, tiene muy claro que se la cederá al mejor postor y al mayor precio, que podría estar lejos de los 16 euros por acción (lo que supone valorar la compañía unos 14.500 millones) al que, sin saber por qué, todos se han aferrado.

Sin embargo, la compra de Fenosa encierra algunas claves, que podrían ser decisivas. Dos de sus negocios más punteros, el gas y las energías renovables, los comparte, a través de sendas sociedades, con dos grupos italianos: Enel, en el caso de las renovables, a través de Eufer; y ENI, en Unión Fenosa Gas.

Los pactos con estos accionistas son similares y establecen que, en el caso de un cambio de control de la matriz, los italianos pueden hacer una oferta para quedarse con el 50% de Fenosa en estas filiales. Por su parte, ésta tiene la última palabra y podría quedarse con todo si supera las ofertas de sus socios en un 10%.

La participación de la eléctrica en la cadena completa del gas es un negocio valorado en 4.000 millones, aunque la revisión al alza (y confidencial) de sus contratos en Egipto lo devalúa.

Fenosa se ha convertido este año en operador dominante en generación y distribución eléctrica, por tener más de un 10% de cuota en estos mercados. Ademas, sus puntos vulnerables (Soluziona y sus riesgos en Latinoamérica) se han difuminado y cuenta con varios ases en la manga: un 5% de Cepsa (valorado en 900 millones) su participación minoritaria en Indra (otros 400 millones) y un saldo acreedor por esta misma cantidad de déficit tarifario.

Vendiendo Fenosa, ACS elimina la parte proporcional de su deuda (del total de 18.000 millones, unos 8.500 corresponden a sus participadas energéticas), pero también se queda sin un 60% de Ebitda y el 28% de ingresos que le aportan su consolidación contable con Fenosa.

Por su parte, para Gas Natural, cuyos accionistas desean Fenosa, es una oportunidad que no pueden desaprovechar, según la opinión generalizada, tras los fracasos que ha cosechado. Con todo, los responsables de la gasística miran la operación con reticencias. No en vano, tras ser duramente criticados por 'la tacaña oferta' que hicieron por Endesa, 21 euros por acción (que estaban dispuestos a subir a 30 euros), observan cómo esta eléctrica, por la que Enel y Acciona pagaron 41 euros, se ha llegado a derrumbar hasta los 26 euros.

Un duro competidor en la puja podría ser Eon, que ha repetido, cual letanía, que quiere convertirse en la cuarta eléctrica española, tras comprar Viesgo. Pero ésta ni siquiera es la quinta, pues no figura en la lista de operadores principales (las cinco primeras del sector), que elabora la CNE. Su presidente, Wulf Bernotat, se ha mostrado siempre dispuesto a comprar más activos en España.

Por cierto, que podría suceder, como en la puja de 2005, que el regulador energético tampoco analizara esta operación. Aquella vez, por no tener poderes para ello y, en ésta, porque los que le otorgó después el Gobierno se los acaba de anular el Tribunal de la UE.

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