El caballero inexistente
Uno de los cuentos más célebres del escritor Italo Calvino se titula El Caballero Inexistente y trata de un soldado a las órdenes de Carlomagno que, en realidad, no es más que una armadura blanca vacía de contenido. En el surrealista relato de Calvino, su lealtad hacia el emperador puede más que la existencia física.
Ayer la CNMV informó de lo que muchos sospechaban: el caballero blanco que iba a tomar una gran participación en Popular no existe, aunque probablemente los motivos por los que mostró su armadura sean algo más prosaicos que los del protagonista del cuento. Se trataba de un presunto grupo de inversores mexicanos -seguramente porque por aquellos días estaba en Madrid el jefe del ejecutivo azteca- de nombre Blueprime.
En todo caso, los dos caballeros de fábula lograban victorias en sus respectivas justas: Popular ganó un 12,6% en dos días... Ahora bien, después en el siguiente mes la entidad se dejó más de una tercera parte de su valor.
En el cuento de Calvino el caballero inexistente se llama Agilulfo, y entre sus características, además de no ser, está una fe inquebrantable en las normas de la caballería, el escalafón militar, el amor cortés y la exquisitez en el trato. El mundo del caballero inexistente es un mundo perfectamente pautado y transparente, donde los citados ámbitos de la vida -el amor, la guerra o la amistad- se llevan hasta una perfección sin sentido. Y un mundo simétrico al del escudero Gurdulù que, al contrario que su señor, hace las cosas pero no sabe por qué ni cómo, ni apenas tiene conciencia de sí.
La pregunta de si cuál de las dos almas es más humana no tiene sentido. Tampoco lo tiene plantearse qué parte del contexto bursátil -la racional o la emocional- es la que manda; si ayer la Bolsa se disparó por un pánico comprador o por cuestiones técnicas. Y poner un componente encima de otro es como plantearse quién existe de verdad: Gurdulú o Agilulfo.