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Automóvil

El Smart cierra una década tormentosa

Hace ahora diez años, la todavía Daimler Benz -la fusión con Chrysler ya estaba anunciada pero no se haría efectiva hasta noviembre- lanzaba al mercado un nuevo concepto, un microcoche diseñado para circular por la ciudad en el que sólo cabrían dos tripulantes. El Smart veía la luz en una época en la que el crudo costaba apenas 13 dólares el barril, y en la que la palabra 'dióxido de carbono' no era aún tan conocida como lo es hoy ni estaba en la agenda de los políticos de turno.

Quizás sea por eso, porque la oferta por una vez se adelantó a las demandas del mercado, esta iniciativa ha tardado en calar entre el público. Los primeros años fueron nefastos, con retrasos en el lanzamiento por motivos de seguridad en un producto que resultaba caro para la época y cuyas ventas no terminaban de despegar. Su carrera ha languidecido durante buena parte de la década, y la marca no ha registrado beneficios en sus diez años de historia. Por ello, las noticias de un posible cierre o una venta de la marca han sido constantes casi desde su nacimiento.

Su suerte parece haber cambiado con la llegada de Dieter Zetsche a la presidencia del consorcio y la segregación de Chrysler. El pasado año, el directivo ofreció a la marca un plan de rescate que los medios de comunicación no dudaron en calificar por unanimidad como 'la última oportunidad' para la marca: el grupo alemán gastó unos 800 millones de euros en reestructurar la enseña, y se redujo la gama al modelo Fortwo, el de dos plazas, lo que supuso que se eliminase el de cuatro plazas y el roadster (descapotable de dos plazas) entre los ejercicios 2005 y 2006, apenas dos años después de su lanzamiento.

Daimler, además, se ha encontrado con una situación internacional radicalmente opuesta. Diez años después, el petróleo cuesta alrededor de 140 dólares el barril, las legislaciones medioambientales (sobre todo la europea) se han endurecido y todo fabricante que se precie cuenta en su gama con un coche urbano de mínimas dimensiones.

'Las señales son positivas para Smart este año', aseguró el pasado mes de febrero el presidente Zetsche. 'Venderemos todo lo que hemos previsto producir y, desde luego, pretendemos no caer en errores del pasado como fue la de expandir la línea a partir del modelo Fortwo', manifestó.

La decisión de potenciar el negocio para sacar a Smart de pérdidas de una vez por todas conllevó la introducción de la marca en el mercado estadounidense, en el que la gasolina ha superado por primera vez en la historia lo cuatro dólares por galón (3,79 litros).

Las ventas han experimentado un ligero repunte: en los últimos diez años se han vendido aproximadamente 900.000 unidades del modelo de dos plazas. 150.000 de ellas corresponden a la nueva versión, que se lanzó al mercado en abril de 2007. En el primer trimestre de este año, las matriculaciones pasaron de 10.800 unidades a 31.200, 5.300 de ellas en el mercado estadounidense. Actualmente, el coche se vende ya en 37 países. El coche cuenta también con una versión diésel de 45 caballos que consume 3,3 litros cada 100 kilómetros y emite 88 gramos de CO2 por kilómetro.

Zetsche no se conforma con EE UU, y ha puesto sus ojos en China, un país en el que los fabricantes han pirateado sus diseños hasta la extenuación. 'En China estamos observando un interés creciente de los clientes en nuestro Smart Fortwo, un vehículo económico de alta calidad', asegura.

A finales de 2007, Smart lanzó un proyecto piloto en Londres para testar una nueva versión eléctrica del Smart, con el objetivo de introducirlo en el mercado en el año 2010.

La iniciativa de un fabricante de relojes

En contra de lo que pudiera suponerse, Smart no nació a iniciativa de una empresa automovilística, sino de la de una relojera. Nicolas G. Hayek, presidente y fundador de la suiza Swatch, había pergeñado la idea de lanzar un pequeño automóvil específicamente diseñado para la ciudad, y andaba a la búsqueda de un socio para desarrollarla y llevarla a la práctica. Daimler Benz sería la elegida.Los dos socios crearon la compañía MCC (Micro Compact Car AG) y establecieron la sede en la localidad suiza de Bienne. La planta se situaría en Hambach, Francia. El modelo que crearon los ingenieros vio la luz por primera en el Salón Internacional de Fráncfort en 1997. Un mes después, el canciller Helmut Kohl y el presidente francés, Jacques Chirac, inauguraban la planta.El 2 de julio de 1998 saldría de las cadenas de montaje el primer modelo de Smart. Habría que esperar hasta el 3 de octubre para que comenzase la comercialización de Smart. Swatch saldría del capital en noviembre de ese año, con lo que la entonces DaimlerChrysler se convertía en la única propietaria.

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