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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Los salarios tienen otra vez la clave

El lenguaje tiene dispositivos para endulzar eufemísticamente las situaciones difíciles, pero carece de capacidad para ocultarlas. Los alambicados ejercicios semánticos van emparejándose paulatinamente con la realidad, y el consenso se impone sobre la situación crítica de la economía. Justo cuando el presidente del Gobierno ha admitido con la boca pequeña que puede haber crisis, los servicios de estudios de los bancos y las patronales hablan abiertamente de estancamiento y recesión. Una comparación de las variables básicas conocidas del segundo trimestre del año con las del primero deja pocas dudas sobre la evolución pesimista de la actividad en España, si en los tres primeros meses avanzó sólo un 0,3%.

Pero más allá de los números, que sólo sirven para situar a los agentes económicos y las autoridades, lo importante empieza a ser la fórmula para abandonar el impasse productivo lo antes posible, acortar la relación de víctimas y salir del pesimismo lo mejor equipados posible para reanudar un ciclo de crecimiento lo más longevo y estable posible. Ayer, la patronal dejó claro que España precisa de una abultada relación de reformas estructurales para superar la crisis y disponer de un crecimiento potencial más abultado. En su ideario encuentra el respaldo del Banco de España y de la gran mayoría de los analistas, pero chocará con los deseos de los sindicatos, amparados en el apriorismo del presidente del Gobierno de que no habrá reformas si no han sido previamente consensuadas con todos.

Pero más allá del padrinazgo del Ejecutivo está la negociación salarial, que será clave de bóveda del pacto social para 2009. Si sindicatos y empresarios quieren evitar que el ajuste se cebe en el empleo, deben cambiar los mecanismos de determinación salarial, tal como ayer mismo les recordaron en distintos escenarios Fernández Ordóñez y González Páramo. Los salarios deben indizarse a la productividad, sin agotarla, y abandonar el viejo sistema de las cláusulas de revisión para corregir la inflación, especialmente cuando ésta es generada por agentes externos. Está en juego el empleo.

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