Un respiro para la carga financiera
Los anticipos verbales de los consejeros del Banco Central Europeo (BCE) y de su presidente en las últimas semanas, en los que dibujaban un endurecimiento de la política monetaria para la zona euro, se cumplieron ayer. La autoridad monetaria elevó el precio del dinero 0,25 puntos, hasta el 4,25%, para tratar de enfriar las tensiones inflacionistas. Pero la subida, largamente anticipada, no supone sino reajustar el tipo director del BCE al que el mercado fija cada día, y con el que nunca ha mantenido un diferencial tan abultado, porque tampoco nunca ha recogido una prima de riesgo tan abultada por expectativa de inflación, junto con el sobrecoste generado por la crisis de liquidez. De hecho, ayer el euríbor a doce meses, referencia más habitual para los créditos hipotecarios en España, mantuvo su tendencia alcista en la cotización que el BCE estableció tras el cruce de operaciones interbancarias de la jornada.
Por tanto, los responsables de la política monetaria no han hecho sino seguir la tendencia que el mercado había dibujado las últimas semanas, si bien es cierto que en parte impulsada por sus propias insinuaciones. La decisión de los banqueros tiene una doble lectura. Es una señal de autodefensa, de autoridad ante las críticas recibidas por parte de los políticos. Pero también es una decisión exigida por su labor de control de la inflación, que ha alcanzado valores desconocidos en la Unión Europea desde que el euro arrancó. Por tanto, está perfectamente justificada. El propio presidente del BCE recordó ayer que su trabajo simplemente responde al cumplimiento de un mandato que soberanamente le han dado 320 millones de europeos.
Pero la decisión, técnicamente impecable y quizá timorata con la inflación en el 4% (5,1% en España), se produce en un contexto incómodo. Llega cuando la economía europea coquetea con la estanflación (estancamiento económico con alta inflación), y es especialmente duro para España, que acapara los mayores niveles de endeudamiento de la historia reciente, y adquiridos mayoritariamente además cuando el precio del dinero era el más bajo jamás conocido.
Precisamente por la adversidad del contexto, en el que al crecimiento escaso e inflación alta se une el sobrecoste de la financiación por la crisis de liquidez, el presidente Trichet ha decidido levantar el pie del endurecimiento monetario tras la decisión de ayer. El razonado combate de la inflación está llevando a la divisa europea a unas cotas anticompetitivas para las empresas de la zona monetaria común que debe ser considerado, así como el propio encarecimiento del petróleo, en parte amparado por la pasiva debilidad del dólar.
Pero la tregua no será duradera si las materias primas y los salarios siguen alimentando tasas de inflación como las actuales. El BCE no sube el precio del dinero por capricho. Sólo puede relajar su dureza si el resto de los actores de la política económica (fiscal, salarial, financiera) colaboran contra los precios. Los Gobiernos con reformas de mercados que incrementen la competencia; los empresarios y los trabajadores desechando subidas de costes no justificadas con avances de productividad y las instituciones financieras aflorando de una vez todos los daños generados por las subprime en sus cuentas y balances.