El mal menor de HBOS
HBOS pronto será 4.000 millones de libras más rico, sin importar lo que suceda entre ahora y el 18 de julio, fecha límite para la emisión gratuita de acciones. Pero Morgan Stanley, Dresdner Kleinwort y sus subaseguradores estarán mordiéndose las uñas: si el precio de las acciones de HBOS se establece por debajo de 275 peniques, como lo hizo el 20 y el 23 de junio, entonces se encontrarán en una situación complicada. Sus alicientes para renegociar el precio están claros.
HBOS aún puede señalar varios buenos motivos para proceder al precio de suscripción anunciado. HBOS ya ha publicado su folleto, y un cambio tan cerca de la junta extraordinaria de accionistas del jueves sería embarazoso. El ya largo proceso de emisión de acciones se vería retrasado, añadiendo riesgos cuando los mercados británicos de HBOS están cayendo.
Desde la perspectiva de HBOS, lo más importante es no ceder en el precio acordado. A diferencia de Bradford & Bingley, el pequeño banco que cambió su precio de emisión en el último momento, está cumpliendo con sus expectativas operativas.
Los aseguradores parecen preparados para soportar la carga si tienen que hacerlo. Pero hay más en juego además de dinero. Si HBOS fracasa en conseguir su emisión bastante por encima de 275 peniques, los inversores quedarían escandalizados. La última emisión de acciones fallida fue la oferta de BP en 1987, que se derrumbó en medio de un crash del 20% del mercado de valores.
Un fracaso asustaría a otros potenciales emisores y aseguradores, desestabilizando un mercado ya frágil. Aún peor, posiblemente debilitaría la confianza de los clientes de HBOS, que ya se encuentra luchando con un mercado deteriorado en los sectores de la vivienda y las propiedades comerciales. æpermil;sta es una posibilidad que podría hacer que todo el mundo se piense dos veces el seguir adelante.
Hay también un argumento práctico para fijar un precio de derechos menor. La emisión prevista, de dos por cinco, deja un exceso de oferta de títulos de casi un tercio. Los aseguradores pueden estar seguros de que podrían colocar las acciones: los inversores estratégicos pueden ver valor en HBOS a sólo la mitad del valor neto de sus activos. Pero la venta tendría que ser con descuento, posiblemente reduciendo más la confianza de los inversores.
HBOS y sus bancos tienen tres días para decidir cuál es el mal menor.
Por George Hay
Preparados para lo peor
He aquí la teoría preferida por las autoridades monetarias. Mientras empresarios y trabajadores piensen que las futuras tasas de inflación serán bajas, ignorarán el estallido temporal de los precios en el ajuste de los niveles salariales. En otras palabras, las expectativas de inflación juegan un papel más importante en la determinación de la inflación salarial que la reciente tendencia de los precios.Es fácil ver por qué las autoridades monetarias querrían en el futuro (las expectativas de inflación) tener más influencia en los salarios que en el presente (inflación actual). Empresarios y trabajadores ignorarían un aumento temporal de la inflación, aliviando a las autoridades monetarias de la nefasta tarea de incrementar de la noche a la mañana los tipos de interés. Podría ser bueno para recortar los tipos mientras esperan la caída de los precios de los commodities.Las autoridades monetarias ven por todos lados signos de expectativas de cambios -analizan los informes sobre consumo, las previsiones de los analistas y los mercados para proteger a los activos de la inflación-. Quizá sólo deberían mirar en los acuerdos salariales. En Reino Unido, donde los precios de consumo han crecido al 4,3%, algunas empresas -Shell, Barclays, Drax Power- han consentido incrementos de sueldos por encima de la inflación.El ajuste automático del coste de la vida es ahora poco frecuente en Europa y en EE UU, pero los acuerdos salariales todavía reflejan los precios que los trabajadores están pagando. Para los trabajadores, un mal acuerdo es sencillamente que esté por debajo de la inflación, no que anule la inflación. Por supuesto, revestir la inflación con sueldos más altos finalmente empuja los precios al alza, ya que los costes laborales constituyen la mayor parte del coste de producción.Las modestas expectativas de inflación subyacente previstas querían detener una espiral de precios y salarios. Pero cuando los precios en el supermercado están creciendo deprisa, es fácil ignorar las medidas.La evidencia histórica sugiere que la inflación actual y la esperada van estrechamente juntas. La causalidad va probablemente en la dirección opuesta a la teoría de los bancos centrales. La baja inflación produce la expectativa de más baja inflación. La creciente inflación anima el crecimiento de las expectativas, y salarios más elevados.Por Edward Hadas