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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un diálogo social reforzado

Los agentes sociales se comprometieron ayer a trabajar junto al Gobierno en la búsqueda de soluciones a la crisis. El deseo de transmitir unidad de las tres partes -patronal, sindicatos y Gobierno- es el mensaje adecuado para afrontar el ciclo económico. Es un buen arranque para el diálogo social que inauguró José Luis Rodríguez Zapatero en la reunión que mantuvo con los dirigentes patronales y sindicales en La Moncloa. A diferencia de otras ocasiones, a este primer encuentro acudieron conjuntamente. Se refuerza con ello la imagen de voluntad de diálogo de las tres partes.

Zapatero se ha esforzado en elevar la categoría de la negociación. La situación económica así lo exige. Y para dar testimonio de ello, anunció que pilotará personalmente el proceso en el que están involucrados también cuatro ministros -Economía, Trabajo, Industria e Igualdad-. Es lo que denominó 'diálogo social reforzado'. Además, quiso dejar patente la urgencia de ponerse a negociar, para lo cual fijó el 31 de julio como tope para que las tres partes establezcan la agenda, los temas y los objetivos que conformarán el diálogo social de esta legislatura.

A partir de aquí, la foto de buenas intenciones será sustituida por unas negociaciones que se avecinan difíciles por la situación económica. Pero, precisamente por eso, urgen medidas que refuercen la competitividad de las empresas y ayuden a cambiar el modelo con el impulso de los sectores más productivos. Será en las mesas de negociación donde se medirán los verdaderos esfuerzos de cada una de las partes para alcanzar acuerdos que permitan acortar la fase bajista y sentar las bases para retomar el próximo periodo con el mayor vigor posible. æpermil;se es el objetivo.

El presidente Zapatero ha puesto dos premisas al diálogo. La primera, que se negociará con el trasfondo de unos Presupuestos austeros. Es un principio sensato que ha de servir para alejar la tentación de que los agentes sociales consideren que los problemas se pueden resolverse con fondos públicos. Y segundo, que el Gobierno no aprobará ninguna medida laboral sin consenso. æpermil;sta es una declaración habitual del presidente, y lógica al inicio de toda negociación, y también es el fin deseable. Pero el Ejecutivo no puede renunciar a ciertas reformas necesarias, aunque no consiga el acuerdo que satisfaga a todos.

El gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, acaba de apuntar acertadamente algunas de las reformas que necesita la economía española. Muchas pueden ser objeto de debate en las mesas de diálogo social, especialmente las que se refieren al mercado laboral -modificar las cláusulas de revisión para garantizar la moderación salarial; cambiar la negociación colectiva para ligar los salarios a la productividad o reformar las formas de contratación-.

Son materias que exigirán cesiones a todas las partes. Los sindicatos ya han advertido que no aceptarán que todos los sacrificios recaigan en los trabajadores, en referencia a la moderación salarial. Es razonable que se reparta la carga. Pero hoy los costes laborales engrasan la inflación y, con ella, restan competitividad a las empresas y renta a los trabajadores. La responsabilidad 'reforzada' ha de imponerse en la negociación.

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