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Tribuna
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Oportunidades para África

Nos enfrentamos a los desafíos y oportunidades de África desde diferentes perspectivas. Uno de nosotros es africano, un diplomático internacional con una participación continua y directa en el continente. El otro es estadounidense y desarrolla su carrera en instituciones privadas financieras y en la política económica pública. Sin embargo, ambos estamos de acuerdo en que África se encuentra en una encrucijada crítica. El rumbo que tome tendrá un impacto no sólo en el continente en sí, sino en el mundo entero.

Si la comunidad internacional toma medidas de manera concertada para resolver los desafíos inmediatos y a largo plazo, y los líderes de África siguen aumentando la calidad de sus Gobiernos, el continente puede avanzar y consolidar las importantes mejoras que ha conseguido en estos últimos años en los planos económico, social y político. Pero también podría retroceder si las promesas hechas caen en el olvido y se ignoran los desafíos. La consecuencia sería que las mejoras que tanto ha costado conseguir se esfumarían y se perdería la oportunidad de construir un futuro próspero y estable al sumir de nuevo a 100 millones de personas en un estado de pobreza deplorable.

æpermil;sta es la dura elección expuesta por el Panel para el Progreso de África, al cual ambos representamos, y que posteriormente publicará su primer informe. El Panel se creó para evaluar el estado de desarrollo de África, para pedir cuentas al mundo de las promesas hechas y para determinar los desafíos que debemos superar, y nosotros expresamos ahora nuestra preocupación más profunda por el impacto que pueda tener la actual crisis de los alimentos en nuestras esperanzas para el continente africano. El incremento de precios de los alimentos está causando problemas en todo el mundo, pero en muchas zonas de África se está convirtiendo rápidamente en un problema a vida o muerte.

Este continente, estable, próspero y democrático, es un socio muy valioso

Para los millones de personas más pobres de África, el desafío ya no es encontrar dinero adicional para poder pagar las cuentas de la casa, sino aprender a sobrevivir sin tener nada que llevarse a la boca. Según la FAO (Organización para los Alimentos y la Agricultura, el principal organismo de Naciones Unidas para luchar contra el hambre), más de la mitad de los países que corren más peligro a causa de esta crisis pertenecen a África. Si no se encuentra una solución, la desnutrición y las enfermedades se propagarán y aumentará el número de muertes entre los más vulnerables.

El mundo está obligado a reaccionar de manera imperiosa y con decisión. Los países más afectados deben recibir ayuda urgente para que puedan comprar los alimentos que necesitan. Las ONG que trabajan en estas zonas tienen que recibir más dinero. Necesitamos un esfuerzo coordinado en todo el mundo para aumentar la producción de manera que se pueda cubrir la escasez de la oferta.

Necesitamos también el mismo nivel de compromiso para ayudar a África a abordar los desafíos a largo plazo relacionados con la alimentación. África es el único continente que no produce suficientes alimentos para uso propio. El rendimiento agrícola, que en algunos casos representa el 25% de la media mundial, no ha experimentado ningún aumento durante décadas, mientras que la población no para de crecer. La consecuencia es una hambruna silenciosa en muchas áreas rurales.

Estos problemas, que están profundamente arraigados, se verán agravados por el impacto del cambio climático. Expertos en climatología advierten de que ningún continente resultará más perjudicado por el aumento de las temperaturas, la sequía y la progresiva desertización que África. Se perderán millones de hectáreas de tierras de cultivo. Y una vez más, los más pobres serán los más afectados. Las grandes economías deben responder tomándose en serio la necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y ayudando a los países más pobres a adaptarse a los cambios que ya están en camino.

Lo que haría todavía más trágica esta falta de medidas es que África ha emprendido pasos importantes en la dirección correcta en estos últimos años. Países de todo el continente han podido ver los beneficios del crecimiento de la economía, de la mejora del Gobierno, de la ayuda adicional y de la cancelación de la deuda de los países más pobres.

Las economías de África han registrado un fuerte desarrollo y el año pasado la tasa de crecimiento superó a las de Oriente Próximo y América Latina. La inflación es baja en la mayor parte del continente, lo cual está incentivando las inversiones empresariales, vitales para que siga cosechando éxitos económicos.

También podemos ver que ésta es una prosperidad compartida. Millones de personas han salido de la pobreza. El número de niños en escuelas primarias ha aumentado en un 35% desde 1999. La sanidad también ha mejorado y en el África subsahariana se ha multiplicado por diez el número de personas seropositivas y con sida que reciben antirretrovirales.

Desgraciadamente, todos podemos señalar que hay países donde los conflictos, la corrupción y las dictaduras siguen teniendo un impacto devastador en la vida de sus habitantes. Pero en toda África se han visto mejoras en el liderazgo político, en el aumento de elecciones con participación de diversos partidos políticos, en el respeto creciente al sistema de derecho y en el desarrollo de una sociedad civil fuerte, vital para la existencia de sociedades más sanas, florecientes, prósperas y democráticas, aunque claramente aún queda mucho trabajo por hacer.

Pero todos estos avances corren ahora peligro. Empiezan los meses más críticos para África desde los prolegómenos de la cumbre del G-8 en Gleneagles hace tres años, cuando los países más ricos se comprometieron a doblar las ayudas a África en el año 2010 a lo sumo. En los próximos meses, la Unión Europea, el G-8 y Naciones Unidas se centrarán en lo que está sucediendo en África y en ver si se están plasmando esos compromisos. No se están plasmando. Si queremos que los países más ricos del mundo cumplan sus promesas, debemos tomar medidas urgentes.

No se trata solamente de una causa moral. El asegurarnos de que África desarrolla plenamente su rico potencial es también en interés propio. Una África estable, próspera y democrática es un socio muy valioso. Una África donde se malgaste el progreso conseguido en los últimos años será un continente en el que millones de personas se verán atrapadas en la pobreza sin habérselo buscado. Vengamos de donde vengamos, éste es un desafío en el que no podemos fracasar.

Annan es ex secretario general de Naciones Unidas y Rubin es presidente del comité ejecutivo de Citigroup y ex secretario de Estado del Tesoro de EE UU

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