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Análisis

El trampolín asiático de ACS

Nuestro reto es convertirnos en el mayor grupo mundial del sector', sentenció Florentino Pérez en el discurso de balance ante la junta de accionistas de ACS, celebrada el lunes. Lo hizo tras reconocer que habrá que tirar de imaginación y de grandes dosis de diversificación para esquivar la crisis del ladrillo. Aplaudió los esfuerzos del Gobierno por inyectar capital a la obra civil y metió presión tanto a Rodríguez Zapatero como a su ex asesor, David Taguas, hoy valedor de las grandes constructoras desde Seopan: 'Creemos que esa ayuda se va a mantener durante 2009', aventuró el ejecutivo.

Pérez juega con tres bazas fundamentales. La de la energía ya da sus frutos; ampliar las posibilidades de negocio en Rusia está al caer de la mano de su participada Hochtief, y la tercera vía está en ordeñar el crecimiento asiático.

En los 12 meses que han transcurrido entre la junta de 2007 y la celebrada esta semana, ha cristalizado la relación entre ACS y la china Citic Construction. La intención decidida del mayor grupo español de construcción era trabajar en Asia y para ello tenía firmado un acuerdo de colaboración con la filial del conglomerado industrial y financiero Citic Group. Ahora se ha sabido que ACS guarda una opción de compra por el 30% de la compañía china.

'Nos han enseñado abundante documentación y la relación es cordial', apunta Pérez, que espera materializar en los próximos meses la entrada de la primera constructora española en una firma asiática del sector.

Además de cumplir con el primer mandamiento de los negocios en China, ir de la mano de un socio local, ACS se abre puertas apoyándose en un potente aliado del mundo financiero, como es la matriz de Citic Group. Un respaldo básico para acometer proyectos intensivos en inversión.

El futuro brazo de ACS en Asia destaca por diversificación geográfica, cartera y por su presencia en obra civil. Concluido 2007, Citic Construction figuraba en el puesto 98 entre las constructoras de todo el mundo por volumen de negocio conseguido fuera de su mercado local. Debe el 76,5% de sus ingresos al exterior; el 72% de las ventas están relacionadas con infraestructuras de transportes, y sólo en 2006 -últimos datos disponibles- firmó contratos por 5.300 millones.

El precio que está dispuesta a pagar ACS es una incógnita. Pero las oportunidades parecen claras, siempre y cuando el anunciado aperturismo de la economía china se haga realidad. Estimaciones que baraja el Instituto Español de Comercio Exterior apuntan que el sector de las infraestructuras requerirá un promedio de inversiones por valor de 664.000 millones de dólares anuales hasta 2010. Y será en parcelas bien conocidas por ACS, como transportes y servicios urbanos.

De hecho, hay síntomas de que algo se mueve. El pasado mes de marzo el ministro de Ferrocarriles chino, Liu Zhijun, aseguró que el Gobierno está dispuesto a permitir la inversión de firmas extranjeras en la construcción de líneas ferroviarias. En juego están 27.447 millones de euros en 2008 y 2009, y entre los proyectos más destacados figura la línea de alta velocidad Pekín-Shanghai, en el que el 80% del presupuesto (12.000 millones) sale de las arcas públicas.

A más largo plazo, el país planea inversiones por unos 60.000 millones de dólares entre 2010 y 2015 en 1.321 kilómetros de vía de metro y trenes ligeros en 15 ciudades.

En materia de puertos, el Ministerio de Comunicaciones ha lanzado el reto de crear tres clusters portuarios en las áreas costeras del sudeste y suroeste, además de estudiar ubicación en el río Yangtze, para dar servicio a mercancías de minerales, petróleo, gas y carbón. Y así, un largo etcétera en el que se incluyen la redistribución de recursos hídricos y el tratamiento de aguas residuales, el control de inundaciones, autopistas de peaje... 'No imaginamos el futuro de ACS sin China', asevera el presidente del grupo español. Australia, EE UU y Europa ya son terreno conquistado.

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