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Columna
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Crisis y presupuestos

Que en los presupuestos de ingresos y gastos figuren alzadas cantidades que después se hacen ilusorias demuestra… que los presupuestos se forman a ojo de buen cubero…'. Quien así se expresaba a finales del siglo XIX era Sebastián Abejador, jefe superior honorario de la Administración Civil de la Isla de Cuba, en su estudio denominado De las rentas urbanas, rústicas y pecuarias. Continuaba quejándose Abejador de cómo la deficiente presupuestación conducía a Cuba y a su administración económica 'al lamentable estado en que se halla'.

Viene la cita histórica a colación por algunos datos que van conociéndose en España referidos a los primeros meses de la ejecución presupuestaria de 2008. Es obligado recordar que el proceso de elaboración de los Presupuestos Generales del Estado y su aprobación final coincidieron con el estallido y posterior desarrollo de la actual crisis económica. Y lo es, entre otras cuestiones, en función de cómo ha evolucionado la posición oficial frente a la crisis.

Al final del verano, tras el estallido de las subprime, la postura oficial consistió en mantener que la crisis internacional no afectaba a España. Posteriormente, entrado el otoño -ya con muestras innegables de la existencia de consecuencias internas- el discurso giró para explicar que lo peor ya había pasado. Es en este entorno de no aceptar la extensión de la crisis a la economía española o de minimizar posteriormente su dimensión en el que se elaboraron los Presupuestos para 2008. Dos ejemplos, referidos respectivamente al gasto y al ingreso, apuntan indicios relativos al proceso de elaboración.

El primer caso se refiere al gasto en las prestaciones por desempleo. El importe fijado en el Presupuesto para 2008 fue 15.500 millones de euros. Sin embargo, hace unos días el Ministerio de Trabajo reconoció que, según sus actuales estimaciones, al final de ejercicio se alcanzará el importe de 18.000. Es decir, en estos momentos y por este concepto, ya se espera un agujero de 2.500 millones de euros. Cabe preguntarse si los técnicos presupuestarios del Ministerio de Trabajo fallaron de modo tan significativo en sus previsiones de evolución del desempleo o si, por el contrario, sus estimaciones resultaron condicionadas por el discurso oficial reinante ante la crisis.

El segundo ejemplo se refiere a los ingresos por IVA. El importe de recaudación fijado en el Presupuesto para 2008 requería que los ingresos por el citado impuesto crecieran en el año un 4,6% respecto a los de 2007. Ya expusimos en su momento la falta de realismo de dicha hipótesis, toda vez que la desaceleración de la actividad económica durante el segundo semestre del ejercicio pasado había provocado que la recaudación de 2007 aumentara frente a la de 2006 en un exiguo 2%, habiendo descendido además durante el año el ritmo de crecimiento. Pues bien, la realidad proporcionada por el primer trimestre de 2008 está confirmando la ligereza de la previsión, toda vez que la recaudación del IVA no sólo no aumenta al ritmo presupuestado, sino que está disminuyendo respecto a 2007 en torno al 5% o 6%, según el criterio de medición que se utilice.

Así, de prolongarse la actual tendencia, a final de 2008 el agujero en el Presupuesto del Estado debido a la recaudación del IVA se situaría en torno a 3.500 millones de euros. De nuevo hay que interrogarse si las previsiones de la Agencia Tributaria fueron tan brutalmente erróneas, o si la versión oficial sobre el alcance de la crisis condicionó los importes incluidos en el Presupuesto.

En cualquier caso, fuera cual fuese la respuesta al doble dilema planteado -errores en las previsiones de los técnicos o cifras condicionadas por el entorno político-, lo cierto es que considerando exclusivamente las dos circunstancias descritas, su efecto conjunto proyecta una desviación sobre el Presupuesto de 6.000 millones de euros, lo que convierte en absolutamente irreal el superávit de 0,2% sobre PIB previsto en el Presupuesto oficial. Por el contrario, parece ser que, caeteris paribus, retornará el perjudicial déficit público a las cuentas del Estado.

En términos de Abejador, parecen devenir en ilusorias las alzadas cantidades incluidas en el Presupuesto de 2008, por lo que pudiera concluirse que éste fue realizado a ojo de buen cubero.

Adicionalmente a las consideraciones expuestas, es relevante constatar que la reacción ante la crisis ha consistido en aplicar un conjunto de recetas propias de un trasnochado keynesianismo asistencialista que, además de no abordar las auténticas raíces del problema, está agravando sus negativas consecuencias presupuestarias. El vicepresidente Solbes ya anunció la semana pasada que cerraba el grifo, pero la incógnita es si no surgirá otra mano que lo vuelva a abrir.

En definitiva, si los hados no lo remedian, el primer año de ausencia de bonanza económica internacional hará reaparecer el déficit público en las cuentas del Estado, dando así al traste con el mayor logro de nuestra historia económica reciente.

Ignacio Ruiz-Jarabo Colomer, Ex presidente de la SEPI y presidente de EDG-Escuela de Negocios

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