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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El mercado quiere creer

La frase de moda es 'lo peor ha pasado'. Cierto o no, todo apunta a que los mercados quieren verlo así y cualquier excusa vale para aferrarse al optimismo, aunque sea moderado. Es comprensible tras un primer trimestre negativo para la renta variable. Eso explicaría el positivo cierre de abril, cuando el Ibex rebotó casi un 4% y permitió que el viernes se superara de nuevo la cota de los 14.000 puntos.

A pesar de que la incertidumbre será el tono de los próximos meses, algunos síntomas se han interpretado como el inicio del fin de una anemia bursátil que dura desde el estallido de las subprime. Aunque la liquidez no haya vuelto al sistema, se abre una esperanza tras el éxito de varias emisiones de deuda, ampliaciones de capital y otras formas de financiación, tanto de entidades financieras como de empresas, impulsadas de nuevo tras el renovado acuerdo de los bancos centrales de EE UU y Europa para inyectar más liquidez.

Numerosos bancos siguen dando malos resultados y realizando provisiones para afrontar la depreciación de sus activos, pero el mercado lo interpreta como una limpieza sana e imprescindible para devolver la confianza a unos mercados crediticios todavía maltrechos. Tanto la Reserva Federal de EE UU (Fed), en el caso de Bearn Stearns, como el Banco de Inglaterra, con Northern Rock, han demostrado suficiente cintura para acudir al rescate de entidades en dificultades, lo que explica el relativo alivio de los inversores. Con el acuerdo de los bancos centrales anunciado el viernes se está asegurando que el dinero siga fluyendo. Otra razón para despejar los nubarrones de una crisis sistémica.

La economía no da mucho margen para el optimismo. Es previsible que la inflación empiece a relajarse suavemente, pero el crecimiento sigue deteriorándose. Aunque oficialmente EE UU no ha entrado en ningún momento en recesión técnica, sigue siendo una posibilidad. Eso mantiene a numerosas economías en estado de letargo.

La gran esperanza internacional está en que la combinación de las fuertes rebajas de los tipos por parte de la Reserva Federal con el plan de choque de Bush ayuden, a la vuelta de verano, a que repunte el consumo en EE UU que creció el primer trimestre a un insuficiente 1%.

En el caso español, el frenazo inmobiliario está agravando una ralentización que se esperaba más pausada. Aun así, y a pesar de que están cautelosos, los inversores no han perdido la confianza y dan por buenos unos resultados empresariales que no muestran dificultades. Una vez más, la cautela seguirá siendo la mejor consejera. No hay sectores exentos de riesgo, pero en un contexto de inestabilidad como el actual hay unas compañías mejor preparadas que otras. Gestores y analistas apuestan por empresas con beneficios en crecimiento, balances sólidos, endeudamiento moderado y elevada rentabilidad por dividendo. Un perfil que, en general, coincide con los sectores de telecomunicaciones, las compañías concesionarias de infraestructuras y la energía y los servicios públicos.

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