La culpa siempre es del otro
Es cómodo tener un malo. Por eso son grata excepción las películas que se resisten a tirar del topicazo del villano. En el mundo económico, sorprendentemente dado a los maniqueísmos, tiene un malo de película que, además, tiene el agravante de la reincidencia. Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo, tiene una oscura fijación con hacer la vida imposible a los españoles, a juzgar por los comentarios extendidos en la prensa. Una obsesión tan dañina como gratuita, pues al parecer nada gana Trichet salvo su propia satisfacción.
Los tipos de interés reales, es decir si se tiene en cuenta la inflación, son negativos: el IPC está en el 4,5% y la referencia del BCE en el 4%. Pero no es suficiente, el ahorrador necesita más, acostumbrado como estaba a tener el dinero regalado. Porque eso son los tipos de interés negativos: aquellos que permiten que hacer la compra a crédito salga más rentable que ahorrar para hacerla después.
En todo caso, la parte que preocupa de la supuesta intransigencia del Banco Central Europeo es en lo que toca a la hipoteca, y la hipoteca depende del euríbor, que está disparado al 5%, con un diferencial respecto al tipo de referencia de 100 puntos básicos, cuando el diferencial habitual suele estar en la zona de los 50. Si sube la letra de la hipoteca no es culpa del malo de la película, que tiene que lidiar con una inflación en la zona euro en máximos, sino por la contracción crediticia en el mercado interbancario.
Sólo con el tiempo se podrá saber si la política monetaria actual es demasiado restrictiva o no. En Estados Unidos los tipos de interés se han recortado a ritmo de vértigo, pero lo que más ha ayudado a la crisis crediticia han sido las líneas de financiación abiertas para las entidades financieras y de inversión. Pero, claro, siempre es más fácil culpar a Trichet de haber concedido o asumido hipotecas demasiado pesadas.