Las redes de fibra, entre el humo y el deseo de realidad
Los operadores discrepan sobre el aterrizaje del ADSL a 100 megas.
El año 2000 pasará a la historia como aquél al que los ordenadores sobrevivieron o el de la polémica sobre cuándo cambia el siglo. Pero en territorio tecnológico y bursátil, es el ejercicio del estallido de la burbuja, del comienzo de la crisis puntocom y del momento en que las principales operadoras sacaron la chequera y pagaron millones de millones por licencias de telefonía móvil de tercera generación.
Las telecos justificaron su liberalidad gastadora en la necesidad de estar presentes en la revolución de las comunicaciones que supondría el UMTS, con anchos de banda capaces de permitir datos y navegación en movilidad y a alta velocidad. Ocho años después, pocos dudan de la importancia de la tercera generación, pero también admiten que se equivocaron en el calendario y en la valoración. Es ahora cuando el negocio empieza a ser incipiente y los ingresos por datos ganan peso en las cuentas. Pero la dilación se ha pagado cara. Varios proyectos milmillonarios han sido enterrados, incapaces de soportar el plazo que ha tardado en hacerse realidad la expectativa generada en 2000.
'Este sector va tan de prisa, mete tanta presión, que la compañía que pide calma queda como una empresa obsoleta, que va a perder el tren. En cualquier otro sector, la implantación de nuevas tecnologías lleva su tiempo. En telecos no te dejan'. ¿Una reflexión tardía sobre el fenómeno del UMTS? No. Pocede de una de las principales operadoras y apunta a una innovación tecnológica que está en boca de todos: las redes de fibra.
Son los 100 megas de velocidad que dará el sucesor del ADSL en todos los hogares, asociados a decenas de nuevos servicios que harán que las neveras decidan ellas solas la lista de la compra. Y va a ser, nadie lo duda, pero ¿cuándo? Ahí está el problema. Telefónica es la compañía nacional que más está impulsando el desarrollo de una nueva red que lleve fibra óptica hasta las viviendas, algo que hasta ahora estaba sólo reservado a las corporaciones, y no a todas.
Las inversiones serán millonarias y se necesita una regulación específica en la que se centran todas las miradas. Telefónica quiere libertad y los rivales, acceso a su red. Los Gobiernos quieren infraestructuras, Bruselas vela por una mezcla entre redes y competencia, y en los países desarrollados se libra una pugna que ya ha llevado a consultores y bancos de inversión a vaticinar la muerte de los operadores más pequeños porque no serán capaces de financiar lo que se avecinan.
La realidad de hoy, sin embargo, es que la velocidad de acceso a la banda ancha mayoritaria en España está en uno y tres megas. El 66% de las líneas se conecta a esa capacidad y sólo el 5,9% tiene una conexión a más de 10 megas.
La responsabilidad de esta situación se comparte -no por igual- entre usuarios y operadoras. Los primeros perciben limitado atractivo a los incrementos de velocidad -por supuesto, a partir de determinado punto- por la ausencia de servicios añadidos que exijan capacidad extra y las segundas tampoco lo ponen a disposición del público. Telefónica todavía no ha lanzado su oferta de 30 megas y las propuestas de 20 megas de Jazztel, Yacom, Tele2 u Orange no cubren la totalidad de España, ni siquiera la práctica totalidad.
En el sector, la opinión generalizada es que se están creando expectativas con las redes de fibra que tardarán en ser realidad. Eso sí, pocos se atreven a poner fecha al momento en que los 100 megas podrán contratarse más allá de la zona noble de Madrid y Barcelona.
Telefónica ha hecho una tentativa. Su estimación es que el 25% de los hogares tendrá una conexión a 100 megas en 2010. Y muchos consideran que incluso es demasiado optimista.
'No se han desarrollado todavía servicios que requieran grandes anchos de banda', señala Jazztel. Y sin ellos, pocos usuarios estarán dispuestos a pagar de más por velocidades que no necesitan. Vodafone también es concluyente: 'A día de hoy, los datos dicen claramente que no hay demanda'.
Pero es que 'tampoco existe un modelo de negocio rentable de fibra', añade Jazztel, la operadora más preparada para la nueva tecnología, después de Telefónica. Y es que el despliegue supone la sustitución de todos los pares de cobre que llegan a los hogares por fibra óptica, algo que sólo puede compensar, si acaso, a la dueña de la antigua red, que la cambia por otra más eficiente. Para el resto, es un desembolso que difícilmente podrá rentabilizarse si no existen servicios que impulsen la demanda y permitan elevar los precios.
Tan cotidianos como el móvil
Eso sí, ninguno niega que los 100 megas llegarán a ser tan cotidianos como el móvil, solo que no lo ven inmediato. Telefónica mantiene lo contrario. Fuentes próximas a la operadora explican que el despliegue de red que está acometiendo se debe a la certeza de que la fibra 'será indispensable para dar servicios que serán habituales en los hogares y las empresas muy pronto, desde la videoconferencia a la televisión de alta definición', señalan.
Y para llegar a este punto hay que empezar cuando antes. El despliegue de fibra óptica es costoso en tiempo y dinero, añaden estas fuentes, así que ' el que quiera disponer de una red de alta capacidad sólida y eficiente tiene que emplearse a fondo desde ahora'.
Las zanjas empiezan hoy, ¿para cuándo la nevera con lista de la compra?
Nuevos servicios
Las redes de nueva generación son unas infraestructuras muy capilares que pretenden cambiar el par de cobre que llega a los hogares por fibra óptica. Se trata, por tanto, de ampliar la capacidad justo en la última milla y ahí se centra uno de los problemas.
La parte troncal de la red sigue siendo la misma, lo que obliga a los operadores a buscar nuevos servicios que requieran ancho de banda en la parte más cercana al hogar, no en la parte troncal, para no saturarla.
Sólo 14 países en el mundo con una cobertura superior al 1%
Las dudas sobre la fibra, su rentabilidad y el modelo de negocio que requiere no son una prerrogativa nacional. La mayoría de los países desarrollados se está enfrentando a ello y hay pocos donde la respuesta sea una realidad.De hecho, sólo hay catorce países en el mundo donde la cobertura supera el 1% de las viviendas, según los datos del último informe del Fiber to de Home Council. Y eso, sumando los despliegues de fibra hasta el hogar con los que llegan sólo al nodo o el edificio.Seis de ellos son europeos y sólo uno se cuenta entre los grandes, Italia. En Europa el despliegue de fibra lo están capitaneando los ex monopolios, que están a la espera de que se defina el marco regulador para calcular el retorno de la inversión.