Trajes de factura exclusiva cosidos puntada a puntada
La casa Kiton cumple 40 años con el afán de consolidarse en España.
La perfección de lo imperfecto continúa siendo farolillo de guía para los sastres de Kiton (Nápoles, 1968). Lo perfecto y lo imperfecto de crear a mano en tiempos de modernidad tecnológica y acabados innobles. Desde el primer esbozo del diseño hasta el último toque de plancha, Kiton exhala manufactura. Tras 40 años de presencia en los armarios del buen gusto, la sastrería italiana es sinónimo de sibaritismo artesanal, factura de taller y mecánica ritual.
'Cada traje recoge el estilo individual de una persona', ensalza su consejero delegado, Antonio De Matteis, mientras ofrece una clase magistral de confección en la sastrería madrileña Pedro Muñoz, que comercializa sus prendas. De Matteis emplea un tono apasionado, se detiene en las costuras y repasa con el dedo las puntadas de una de las chaquetas del muestrario, aún sin terminar.
La firma factura en España una media de 1,5 millones de euros anuales. Pretende consolidar el mercado, aunque la casa italiana dice no perseguir récords de cifras. 'Nos basta con estar en el negocio más bonito de España', matiza. Kiton carece de tienda propia en España. Los italianos venden sólo en sastrerías reconocidas -Aramis o Santa Eulalia-, de nueve capitales españolas. 'Nuestro posicionamiento es el prestigio', subraya De Matteis. La entrega tiene una demora de entre tres y cuatro semanas desde que es encargado.
Un traje requiere 25 horas de trabajo y la labor de 40 sastres experimentados
En la confección de un traje Kiton -que, aunque sufre la malicia de la arruga como otros productos menos excelentes, se recupera con un toque de humedad- participan 40 de los 400 sastres que la casa italiana ocupa en su taller de Arzano (Nápoles). En ese volumen de manos descansa su precio: desde los 3.000 euros hasta un máximo que fija el cliente, de acuerdo a los materiales, modelo y hechuras. Y es que chaqueta y pantalón requieren más de 25 horas de trabajo.
'Los artesanos de Kiton estamos entrenados para proceder con sumo cuidado', destaca Pascuale Pellica, maestro sastre de 42 años con más de 35 de experiencia en talleres 21 en la casa napolitana.
'La sastrería es una tradición en Nápoles y como tal ha de conservarse', alecciona de Matteis. La firma selecciona jóvenes entre 16 y 21 años con vocación a los que forma en su escuela de alta costura, desde una perspectiva teórico práctica. Se requiere una larga experiencia para convertirse en sastre de la firma. Para el primogénito de Pellica (de 17 años), por ejemplo, ya es tarde. Los sastres de Kiton llevan una media de dos décadas cosiendo para la casa. 'Nuestro producto refleja el estado de ánimo de la persona que lo creó', alardea De Matteis al tiempo que acaricia el tejido de un dos piezas de fina raya.
La firma defiende la exclusividad del producto y la nobleza de su proceso de composición. En tejidos, selecciona fibras de altas calidades como el cashemire y otros de fina hilatura (13,5). Materiales excelentes y puros para un cliente que califica de universal. 'Gentleman', concreta el consejero delegado. Personas que quieren sentirse jóvenes y cómodas al mismo tiempo. Hombres y mujeres -la marca opera en el mercado femenino desde 1995- que no necesitan consejo a la hora de ataviarse. 'Saben lo que quieren'. Por ese motivo se guarda de dibujar el perfil del español al vestir. Menos, de asesorarle. 'El buen gusto es internacional', insiste, 'y el sastre, quien le da forma'.
'Lo mejor de lo mejor, más uno'
Ciro Paone y Antonio Carola fundaron Kiton movidos por la manufactura artesanal de los trajes masculinos. Antes de instalar el primer taller de la firma en Arzano (Nápoles), buscaron a los mejores sastres de la región. 'Lo mejor de lo mejor más uno', aconseja un dicho popular italiano, que Paone hizo suyo como eslogan de la marca. El primer Kiton salió de aquel taller en 1968. Diez años antes, Paone ensayaba en CI.PA, un pequeño taller, su filosofía de éxito. La costura artesanal ofrecía sus primeras evidencias. 'La tradición es arte, el arte es gusto y el gusto se vende en exclusiva', expone el consejero delegado de la firma al analizar la trayectoria de la casa.Sólo los más experimentados participan en las fases principales del proceso. Sus característicos 'hombros napolitanos' son una tarea reservada a los veteranos.Kiton concibe sus prendas como 'obras de arte', define De Matteis. Ahí reside su vacuna contra la crisis que sobrevuela todas las industria. 'Hemos crecido a un ritmo del 15% anual durante los últimos 10 años'.