La tarea ardua del consumidor
Sobre el consumidor estadounidense recae en estos momentos el cometido de sacar a flote a la economía norteamericana. Y no es tarea fácil, porque en última instancia es él, el americano de a pie, el que está sufriendo los avatares de la crisis crediticia y la más que probable recesión económica de EE UU.
De un tiempo a esta parte el consumidor ha visto cómo se depreciaba el valor de su casa, cómo han subido los precios de lo que consume y cómo se le ha cerrado el acceso al crédito. En esta situación, a cualquiera se le quitan las ganas de irse a Macy's un sábado por la tarde a quemar la tarjeta. Sobre todo cuando la mayoría del sueldo se está yendo en pagar la hipoteca, la factura del gas y en llenar del depósito de gasolina.
Las autoridades son conscientes de ello y han puesto toda la carne en el asador. La Reserva Federal ha bajado los tipos de manera agresiva y el Gobierno de Bush ha anunciado un estímulo fiscal que pondrá directamente en los bolsillos de los estadounidenses 150.000 millones de dólares. Ambas medidas pueden ser una tabla de salvación, pero aún no se han visto sus efectos. A pesar de las rebajas de tipos, el mercado de crédito sigue tensionado y su acceso aún está vedado para muchas empresas y particulares. Al fin y al cabo, la confianza es lo primero que se pierde y lo más difícil de recuperar.
Contaba ayer Manuel Arroyo, director de inversiones de JPMorgan Asset Management, que la situación es ciertamente delicada. Pero él se declara algo -que no mucho- más optimista que la media. Y opina que tanto las medidas de la Fed como las del Gobierno estadounidense tendrán un impacto directo sobre el consumo a partir de la segunda mitad de este ejercicio. A la espera de que se confirmen los escenarios, JPMorgan AM se mantiene neutral en renta variable. Pero entre sus preferencias figura la Bolsa estadounidense y, en especial, las grandes compañías, es decir, las exportadoras que hoy en día se están beneficiando, y mucho, de la caída del dólar.