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Tribuna
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Apoyo a las multinacionales españolas del futuro

Durante los últimos años hemos vivido un boom en la presencia internacional de nuestras empresas a través de sus inversiones en todo el mundo. Más de 1.400 compañías españolas -1.000 de ellas, pymes- han invertido en el exterior, aunque el 70% del total de la inversión corresponde a sólo 35 empresas. La mayoría de los protagonistas de este salto cualitativo de nuestra presencia en el exterior eran hace apenas dos décadas empresas sin mucha relevancia internacional. Hoy, son compañías que están alcanzando la madurez y que están afrontando los problemas y los retos de la globalización de una manera cada vez más activa y tomando posicionamientos estratégicos muy interesantes en el exterior.

El reto ahora es promover la creación de una nueva oleada de multinacionales españolas que pueda no sólo tomar el relevo, sino profundizar en la dinamización productiva e innovadora del tejido empresarial español, y por ende de nuestra economía. Existe un vivero de pequeñas y medianas empresas españolas en condiciones de afrontar los mercados globales en sectores emergentes como los servicios a empresas, las nuevas tecnologías, energías alternativas, etcétera. En la actualidad casi 40.000 compañías españolas exportan con frecuencia, y podrían dar el paso de invertir en otros países. La idea es alcanzar niveles de empresas internacionales parecidos a países como Francia (que cuenta con más de 8.000), Austria (3.500) o Italia (2.600).

Para abordar este desafío, la pequeña y mediana empresa no debe estar sola. A las autoridades públicas les corresponde crear las condiciones para que esas empresas se conviertan en un plazo de no más allá de 5 o 10 años en multinacionales. Para ello los poderes públicos deben estar atentos a los retos de la globalización. A este fin, las Administraciones deben actuar con mentalidad estratégica como auténticos catalizadores de la acción exterior de nuestras empresas, proporcionando el apoyo necesario en cada momento, coordinándose entre ellas sobre la base de una cultura de servicio. Resulta esencial que el apoyo tenga en cuenta las particularidades y necesidades de las empresas y que los instrumentos estén subordinados y supeditados a ellas.

El apoyo a la empresa española en el exterior debe ir mucho más allá que detectar oportunidades de mercado y organizar programas de promoción. Es necesario identificar y promover los factores de éxito decisivos de las empresas, conocer cuál es su inserción en el contexto de las redes y cadenas internacionales de valor, y ayudarles a aprovecharlas, reforzando su capacidad de cooperación a través de alianzas, con empresas extranjeras o españolas, y utilizando el arrastre de las grandes compañías ya internacionalizadas. El objetivo es que no haya una sola empresa con posibilidades de hacer negocios en el exterior que no lo haga por falta de recursos e incentivos, y que los flujos de información y negocios con el exterior se concreten, se activen y produzcan resultados.

Para ello sería oportuno agrupar en un única institución-agencia buena parte de los instrumentos de apoyo (tanto financieros como comerciales o de inversiones) para dotarles de mayor coherencia y eficacia y, sobre todo, para enfocarlos mejor al servicio de la empresa y que ésta sea capaz de recabar ayuda con los mínimos requisitos burocráticos, a partir de una interlocución que conozca, entienda y esté en disposición de solucionar sus problemas. Y también incorporar a las empresas al proceso de definición de políticas e instrumentos, asegurando un correcto intercambio de ideas tanto sobre las necesidades como sobre los resultados alcanzados.

La Administración pública debe orientar sus recursos humanos y financieros, tanto en España como en el exterior, hacia los clientes y a la obtención de resultados medibles, a partir de un liderazgo organizativo basado en la confianza y la responsabilidad tanto de la red interna como de la externa. Los recursos financieros públicos deberán poder adaptarse a las prioridades de forma flexible y dinámica, a partir de una programación financiera a medio plazo, reducir los costes de administración y funcionamiento de la organización y evaluar sus resultados. Y finalmente, el personal al servicio de las empresas debe disponer de un alto nivel de profesionalización, y estar suficientemente motivado y recompensado.

Enrique Alejo.Técnico comercial y economista del Estado

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