Desafíos tecnológicos
Don Ripper, socio director de Tecnología de Accenture, señaló la semana pasada en la XX edición del Global Convergence Forum en Miami que la 'tecnología tiene un crecimiento imparable'. Parece una obviedad, pero es una evidencia para la que conviene estar preparados.
Las empresas de alto componente tecnológico, sobre todo las ligadas a la información, han protagonizado -a pesar de la crisis de las puntocom en 2000- la gran revolución industrial iniciada a finales del pasado siglo. Junto a sectores como el biotecnológico o las nuevas fuentes de energía, están acaparando los recursos invertidos en I+D+i y, lo que es más relevante, canalizando parte de los nuevos negocios que surgirán a corto y medio plazo. El sector productivo y la comunidad científica española no pueden quedarse fuera de un pastel que promete ser más jugoso de lo que ya es hoy.
La apuesta del nuevo Gobierno por reforzar la investigación con la creación de un ministerio, Ciencia e Innovación, es un claro acierto. Especialmente, al agrupar las ayudas de I+D+i dedicadas directamente a las empresas con la Universidad, uno de los grandes focos de investigación de España, pero demasiado a menudo distanciado de las necesidades del sector productivo.
En los últimos años han aparecido en España empresas muy activas tecnológicamente, ligadas generalmente a la voluntad investigadora de sus fundadores. El gran reto del nuevo ministerio, de la empresa española y de la sociedad en su conjunto es, por un lado, que todo este talento que está surgiendo decida quedarse y no emigre a otros mercados donde, hoy por hoy, dispondría de más medios. Y por otro, que se establezcan los apoyos para crear empresas y contribuir así a desarrollar un tejido industrial de alto valor tecnológico. El tan demandado cambio de modelo productivo ya ha empezado, y el futuro depende de que tenga éxito y que las tecnologías más punteras se desarrollen en estas latitudes.