La victoria de Il Cavaliere
Silvio Berlusconi, a quien los italianos han devuelto la confianza para volver a gobernar, se va a encontrar con un país estancado al que esperan años difíciles, según el autor. Pero Il Cavaliere y su partido no representan, en su opinión, ninguna promesa de cambio o renovación.
Los resultados de las elecciones generales en Italia devuelven al poder a Silvio Berlusconi por tercera vez desde 1994. De acuerdo con los resultados electorales, su partido, Pueblo de la Libertad (PDL), ha obtenido una mayoría absoluta clara tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado, gracias sobre todo a la subida espectacular de su coaligado, la federalista (y extremista) Liga Norte. El mensaje reformista y de futuro de su oponente Walter Veltroni no ha sido suficiente para evitar la derrota del izquierdista Partido Democrático (PD), que se ha visto lastrado por la desilusión con la gestión del Gobierno de Romano Prodi. Además la izquierda radical desaparece del espectro parlamentario víctima de la polarización del voto.
Berlusconi se va a encontrar de nuevo con un país estancado al que esperan años difíciles. Italia está sumida en una crisis que no sólo es económica, sino también política y social. La reforma de las instituciones es prioritaria para acabar con la inestabilidad del sistema (62 Gobiernos en 63 años), y Berlusconi se ha comprometido a reformar la ley electoral, así como a reducir el tamaño de su Gobierno (en el que habrá 'por lo menos cuatro mujeres') y el número de parlamentarios. Además, la economía, que sólo ha crecido una media de un 1,4% en la última década, se encuentra al borde de la recesión, y de acuerdo con las encuestas, casi dos tercios de las familias Italianas tienen dificultades serias para llegar a final de mes. Al poco de conocer su victoria, Berlusconi ha definido sus prioridades inmediatas, que serán 'basuras, vivienda, ayudas a las familias, Alitalia, infraestructuras y medidas fiscales'.
Desde el punto de vista económico Italia necesita grandes reformas en pensiones y gasto público. Por fortuna, a diferencia del Gobierno saliente, Berlusconi va a contar con mayorías claras en ambas Cámaras, lo que podría facilitar el proceso de reformas. Il Cavaliere se ha apresurado al poco de conocerse los resultados a tender la mano al PD afirmando su intención de pactar las reformas con Veltroni. Sin embargo el gran éxito de la Liga Norte llevará a un reequilibrio de fuerzas dentro del PDL y habrá que ver cómo evoluciona esta nueva relación de fuerzas dentro de la coalición. El nuevo Gobierno se verá, sin duda, muy condicionado por la Liga, y no hay que olvidar que ya provocó la caída del primer Gobierno de Berlusconi.
Pese a la disfuncio-nalidad del sistema político del país, es de resaltar el dinamismo de los empresarios italianos
La campaña ha dejado pocas razones para el optimismo. Berlusconi sigue siendo un modelo de contrates y su figura, aunque sigue siendo popular, ya no desata las pasiones de antaño. Cuando se presentó por vez primera en 1994 era un candidato antisistema avalado por su éxito empresarial y por su fortuna, que hacía campaña como el antídoto contra la corrupción del sistema político y de los partidos tradicionales que habían controlado el país desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, ésta es su quinta campaña. Con 71 años, posee un récord como gobernante muy magro en resultados, pero muy polémico, por su afán por proteger sus negocios, mantener su monopolio televisivo y eludir los procesos judiciales. Berlusconi y su partido ya no son ninguna novedad. Por el contrario, ya ha dado pruebas de lo que puede hacer como gobernante y no representa ninguna promesa de cambio y renovación. Incluso su programa político centrado en las bajadas de impuestos, el discurso antiinmigración, la disminución del gasto público y el énfasis en la seguridad, ha cambiado poco en una década.
En Europa cabe esperar un giro más nacionalista. Durante la campaña Berlusconi ha criticado duramente al Banco Central Europeo, exigiendo una bajada de intereses y un giro en su política monetaria, así como el control político de la institución. También se ha manifestado en contra de la compra de Alitalia por una compañía extranjera, lo que parece indicar que adoptará posiciones más estatistas e intervencionistas.
Pese a la disfuncionalidad del sistema político, hay que resaltar el dinamismo de los empresarios italianos, que ya esperan muy poco de sus Gobiernos, y están desarrollado con gran éxito nuevas estrategias para hacer frente a los retos de la globalización.
Con el fin de contrarrestar la competencia de bajos costes de China y otros países emergentes, las pequeñas empresas familiares (particularmente en el norte del país) se están centrado en productos con un mayor valor añadido y mejor calidad, construyendo nuevas alianzas para conseguir mayor dimensión y acceso al capital. Estas empresas han localizado parte de su producción en otros países para reducir sus costes, customizando productos de acuerdo con las necesidades de sus clientes, y desarrollando una mayor gama de productos originales a pequeña escala que satisfacen el deseo de originalidad de los consumidores y su anhelo por huir de la homogeneización de la producción en masa. Son estas empresas las que lideran el camino del cambio y la base de la esperanza del futuro de Italia.
Sebastián Royo. Decano en la Universidad de Suffolk en Boston, director de su campus en Madrid, y codirector del seminario de Estudios Ibéricos de Centro de Estudios Europeos de la Universidad de Harvard (sroyo@suffolk.edu)