Poner puertas al campo financiero
El problema de la legislación es que siempre va un paso por detrás de la creatividad humana. Y es lógico, porque se antoja una tarea imposible legislar a priori sobre algo que aún no se ha inventado. Así que la normativa se adapta a la ingeniería financiera, en una carrera en la que la segunda juega con ventaja, primero porque se beneficia de los avances tecnológicos y, segundo, porque tiene ante sí un horizonte de posibilidades limitado tan sólo por lo que dé de sí el capital humano.
Las crisis financieras marcan el momento de confluencia entre legisladores e innovadores, en una catarsis traumática que corrige los excesos y pone las cosas en su sitio. Y es cuando habitualmente los legisladores se ponen manos a la obra para crear un nuevo entorno normativo.
Un informe que ayer publicó JPMorgan hace balance de lo que han sido las últimas crisis financieras y cómo han ido transformando la estructura de los mercados. 'Después de una crisis los participantes del mercado se vuelcan intensamente en no repetir los mismos errores', apuntan los analistas, que vaticinan que la presente tormenta afectará a la estructura de los mercados durante una década.
Por lo pronto, el banco cree una apuesta segura prever que la crisis desembocará en nuevas regulaciones encaminadas a endurecer las normas en aquellas áreas en las que haya vacíos legales o deficiencias que hayan contribuido a crear la crisis. Y se refiere a aspectos como los estándares de crédito, la titulización de préstamos o las exigencias a las entidades financieras para dotar de liquidez a otros actores del mercado.
Aunque es cuestión de tiempo que, pinchada esta burbuja, se forme otra. Al final, la cautela da paso a nuevos excesos. Sólo se requiere un escenario de fuerte apalancamiento, excesiva confianza y un nuevo nicho de mercado donde los activos se aprecien hasta la irracionalidad. Y, otra vez, tras la crisis, será tarea del legislador poner puertas al campo financiero. Inevitablemente, un paso por detrás.