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Tribuna
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Novedades, confirmación y clave catalana

Confirmando las predicciones y sorprendiendo al mismo tiempo por el perfil de algunas novedades, el Gobierno español nombrado por Rodríguez Zapatero se enfrenta a otros cuatro años de administración en un mundo cambiante, pleno de incertidumbres sociales y económicas. Desafiado por la desaceleración del crecimiento económico (espectacular en los últimos años), un aumento imparable de la inmigración, la amenaza del terrorismo mundial y la persistencia de los ataques de ETA, además de la dudosa sintonía de estado con el Partido Popular, el nuevo Ejecutivo tiene una agenda repleta de retos.

Para encarar este arduo conjunto de tareas, Zapatero se ha equipado de notables figuras que, por una razón personal o estratégica, confirmando algunas y descubriendo otras, además de dotar de una mayor responsabilidad a algunos miembros del anterior Gobierno, sin que apenas se noten las ausencias o cambios.

Por orden de prelación noticiosa, el nombramiento de mayor calado es el de Carme Chacón como ministra de Defensa. En segundo lugar, como si se tratara de remachar el perfil de este difícil cargo, el nuevo Gobierno presenta una mayoría de mujeres, que supera al anterior y al 40% de diputadas en el Congreso. En tercer término, llama la atención la juventud de algunas de las adiciones. Por ejemplo, entre el resto de los nombramientos femeninos, destaca con luz propia el nombramiento de la benjamina del Gobierno Bibiana Aido, de 31 años, andaluza, encargada de un nuevo Ministerio de Igualdad, tema emblemático que ha sido una de las prioridades urgentes del primer gobierno de Zapatero.

Los demás aspectos confirman que el Gobierno es coherente con la filosofía de Zapatero, arropado en pesos pesados de la mayor experiencia en las filas socialistas (la vicepresidenta María Teresa González de la Vega; el ministro del interior Alfredo Pérez Rubalcaba). Por otra parte, Zapatero también ha querido mandar un mensaje de no plegarse a las presiones externas con respecto a algunos miembros del anterior Gobierno, cuestionados por su supuesta ineficacia (el ministro de Asuntos Exteriores Moratinos; la ministra de Transportes Magdalena Álvarez). Quizá la única ausencia notable sea la de Jesús Caldera, un fiel de Zapatero, que deja su puesto de Trabajo para encargarse posiblemente de una macrofundación del PSOE, un ambicioso think tank, tan necesario en un mundo en transformación.

En cada Gobierno español, un sector que atrae la atención de los observadores es el consistente en la llamada cuota catalana. Si históricamente el ascenso de una personalidad catalana a la máxima magistratura se ha tenido por problemática (las excepciones como la Cambó confirman la regla), la inserción de ministros catalanes en el ejecutivo siempre se ha observado con lupa y especulaciones, cálculos y predicciones. En este terreno, la novedad más espectacular es el ascenso (de su anterior cartera de Vivienda, en la que apenas estuvo ocho meses) de la catalana Carme Chacón a dirigir el estamento militar. Además, atrae la atención su juventud (37 años) y el hecho de hallarse embarazada, de reciente matrimonio. Conviene recordar que la contribución catalana a las Fuerzas Armadas no ha sido notable, especialmente en la ausencia tradicional en la oficialidad, y con una proporción muy baja en las filas de voluntarios profesionales en la actualidad.

Además, en clave más catalana todavía, hay que resaltar el hecho de que Chacón procede de las filas socialistas del extra radio de Barcelona, de origen predominantemente inmigratorio. En un partido que se sostiene en tres pilares (origen catalán de clase trabajadora, minoría intelectual de extracción tradicional y grueso inmigratorio obrero), no solamente el nombramiento de Chacón confirma la transformación sutil del PSC, sino que se hace paralelo a la aparición de Celestino Corbacho, alcalde de l'Hospitalet, la mayor urbe de Cataluña después de Barcelona, de origen extremeño, como nuevo ministro de Trabajo.

Esta inclinación de la extracción de los nuevos políticos catalanes confirma la importancia concedida en la socialdemocracia catalana a la 'otra Cataluña', inmigratorio, en el futuro reforzada a la fuerza por la fuerza de los nuevos arribados. La más clara confirmación de esta pauta ya estaba anunciada con la elección de José Montilla, nacido en Córdoba, primero como Secretario General del PSC, y luego como primer presidente de la Generalitat no nacido en Cataluña.

Catedrático Jean Monnet y Director del Centro de la Unión Europea de la Universidad de Miami

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